Un ataque a los trabajadores de la salud es un ataque a todo el pueblo [de Afganistán], y lo condenamos enérgicamente, dijo el portavoz del Ministerio de Salud afgano, Ghulam Dastagir Nazari.
A principios de este mes, tres mujeres periodistas que trabajaban para una cadena de televisión local fueron asesinadas a tiros en la misma provincia, Nangahar, en dos ataques que las autoridades creen que fueron coordinados.
La escalada de violencia tiene lugar a pesar de las conversaciones de paz iniciadas entre los talibanes y el gobierno el año pasado, e incluye la retirada de las tropas de Estados Unidos del país asiático.
Los funcionarios han culpado a los talibanes de gran parte de la violencia, pero el grupo insurgente niega que esté apuntando a civiles.
Los asesinatos se produjeron en el segundo día de una nueva campaña de vacunación antipoliomielítica puerta a puerta de cinco días lanzada en Afganistán para inmunizar a millones de niños a pesar de los riesgos que plantea el coronavirus.
Funcionarios de salud señalaron recientemente que la campaña en Afganistán tiene la intención de vacunar a unos 9,6 millones de niños en 32 de las 34 provincias del país.
Sin embargo, como ha ocurrido en años anteriores, los talibanes se niegan a aceptar la campaña de casa en casa en áreas bajo su control.
Según el portavoz talibán Zabiullah Mujahid, el grupo aún está en conversaciones con la Organización Mundial de la Salud para llegar a un acuerdo sobre el programa.
Por esta razón, aproximadamente tres millones de niños se vieron privados de la vacuna contra la polio en los últimos tres años, según el Ministerio de Salud afgano.
Pakistán y Afganistán son los dos únicos países que quedan en el mundo donde la poliomielitis es endémica, después de que Nigeria fuera declarada libre del poliovirus salvaje el año pasado.
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