En el imaginario popular el reino aparece como un vasto desierto pletórico de torres de extracción de petróleo, por el cual beduinos a lomos de camello transitan impasibles bajo un sol inclemente durante el día y un frío gélido en las noches.
Pero es mucho más: en ese reino están dos de los tres lugares más sagrados del Islam: Masjid al Haram, (gran mezquita de La Meca), y Masjid al-Nabawi (mezquita del Profeta), en Medina, de los cuales el monarca reinante es custodio y, en particular, la larga saga de una familia por construir un país contra viento y marea.
En el interior de Masjid al Haram está la Kaaba o Bait Alá (casa de Alá), según la tradición musulmana la construcción erigida por el profeta Ibrahim (Abraham) para adorar a un Dios único y su hijo primogénito, Ismail, padre de los árabes, y hacia la cual se vuelven varias veces todos los días mil 500 millones de musulmanes para orar.
Desde el pasado 27 de marzo el vasto reino de la península arábiga protagoniza dos iniciativas, una para el país y otra para el Medio Oriente, cuya magnitud asombra por el alcance y el impacto que puede tener a corto plazo.
Este es el mayor plan de reforestación del mundo, expresa con énfasis el embajador Faisal Muslat Almandeel.
Apenas presentados por su alteza real, el príncipe heredero y vicepresidente del Consejo de Ministros, Mohammad bin Salmán bin Abdulaziz Al Saud, ambos programas recibieron el beneplácito y apoyo de dirigentes y jefes de Estado, subraya el diplomático en entrevista exclusiva con Prensa Latina.
El primero implica la siembra este año en Arabia Saudita de 10 mil millones de árboles, continuación de un esfuerzo que en el último cuatrienio vio crecer las reservas naturales de cuatro a más de un 14 por ciento del territorio nacional, reseña el entrevistado.
La segunda iniciativa es más amplia pues propone la siembra de 50 mil millones de árboles en los países del Medio Oriente y el embajador especifica que ‘para este magno empeño contamos con el apoyo del Consejo de Cooperación del Golfo, países amigos y organismos internacionales’.
Interrogado sobre la supervivencia de esas plantas en un medio tan hostil como el desierto, informa que se plantarán variedades cuyo riego sea por un período de solo tres años y el crecimiento dependa del riego natural y el desarrollo de métodos innovadores como el regadío con aguas recicladas de lluvia y otras.
‘En ese lapso de cuatro años los niveles de vegetación en nuestro país crecieron 40 por ciento y alcanzó el mejor nivel de emisiones de carbono entre los estados productores de hidrocarburo’, dice.
Todo esto, apunta, estará coronado por la convocatoria de una cumbre anual bajo el lema Iniciativa para un Medio Oriente Verde, a la que estarán invitados jefes de Estado, cancilleres y funcionarios del sector medioambiental para discutir los detalles de las iniciativas y los mecanismos para su implementación.
El embajador señala que los trabajos deben comenzar a partir del cuarto trimestre del año en curso y se extenderán dos décadas ‘porque estamos conscientes de los desafíos que enfrenta la región y que van desde la escasez de agua, los recursos financieros y técnicos que demandan y las dificultades geográficas’.
Uno de los fenómenos naturales consecuencia de la desertización son las tormentas de arena anuales, conocidas como Jamsin; la de este año causó el encallamiento en el canal de Suez de un gigantesco buque portacontenedores que bloqueó esa vital vía acuática y causó enormes daños a la economía mundial.
Al mencionar el caso, el diplomático agrega que ‘desde el siglo XIX las tormentas de arena han aumentado 25 por ciento en el mundo y en el Medio Oriente se pierden cada año unos 13 mil millones de dólares debido a esas tempestades’.
Para el vasto reino del desierto los esfuerzos para impactar en la lucha mundial contra el cambio climático no son nuevos: entre sus logros figuran la producción y exportación de 40 toneladas de amoníaco azul y un proyecto de producción diaria de 650 toneladas de hidrógeno verde valorado en cinco mil millones de dólares.
En lo inmediato, las iniciativas están en embrión pero, a juzgar por la voluntad de una comunidad humana habituada a sobrevivir y triunfar en uno de los entornos más adversos del planeta, el éxito es solo cuestión de tiempo… y empeño.
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