La investigación inició el pasado 3 de mayo con la partida de la embarcación Shark Water desde territorio costarricense, donde monitorearon la Isla del Coco, Las Gemelas y Medina.
Datos oficiales revelaron que en esas zonas la labor de la expedición incluyó más de 24 horas de pesca, a fin de marcar especies migratorias y 216 de video, 12 muestreos verticales para medir parámetros oceanográficos a profundidad y seis de ADN ambiental.
Al respecto, el Ministerio de Ambiente y Agua de Ecuador amplió que los investigadores desarrollaron 18 transectos (sistema analítico) de avistamientos de fauna y macro plásticos.
Después de recorrer 700 millas náuticas, en la etapa actual el estudio llegó a las Galápagos, donde la labor se concentra en muestreos de especies y oceanográficos en la Isla San Cristóbal.
En las llamadas islas encantadas, primer patrimonio natural de la humanidad, los expedicionarios fueron recibidos por el titular de Ambiente y Agua, Marcelo Mata, y autoridades del archipiélago.
‘Esta experiencia nos ha demostrado que las circunstancias y las realidades de nuestros países cambian, pero el objetivo por el cual se creó el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical se mantiene y debe prevalecer’, afirmó el titular.
A juicio de Jennifer Suárez, científica ecuatoriana y guardaparque de la Dirección del Parque Nacional Galápagos, el trabajo es duro, pero muy gratificante, pues es una oportunidad para conocer lo que sucede fuera de la reserva marina, de lo cual depende el futuro de las especies migratorias.
Según la información aportada por ambos países, mediante el estudio los investigadores lograron marcar un tiburón tigre, uno punta negra, otro punta plateada y uno zorro pelágico.
Asimismo, en islas del Coco las cámaras captaron la mayor abundancia de megafauna, seguido por las Gemelas y Medina, donde avistaron tiburones silky y tigres, escuelas grandes de atunes aleta amarilla, wahoo y peces piloto.
En ese sentido, agregaron que también observaron en Medina especies en poca abundancia, pero notorias, como la manta cornuda, marlin negro y marlin rayado.
La iniciativa, en la que trabajan 14 científicos, busca recopilar información sólida que permita presentar recomendaciones concretas sobre el nivel de protección requerido para la conservación de las especies marinas y mejorar los esquemas de manejo sostenible y beneficio del ambiente y las comunidades costeras en la región.
Durante los días restantes en el mar, la expedición se dirigirá a la isla Darwin, donde tendrá dos jornadas para avanzar en la investigación y, posteriormente, en el monte submarino Paramount realizará marcado, muestreo y conteo de organismos marinos.
Previo a concluir la travesía, los puntos de evaluación serán isla del Coco Occidental y los montes submarinos de la Fila del Coco, para finalmente arribar a puerto el 23 de mayo, en Quepos, Costa Rica, después de recorrer más de mil 500 millas náuticas.
El equipo consta de 14 investigadores de seis nacionalidades, quienes buscan obtener evidencia científica sobre la migración de especies marinas entre las dos áreas protegidas, que respalden recomendaciones concretas sobre el nivel de protección requerido para la conservación y el mejoramiento de los esquemas de manejo sostenible en la región.
La Migravía Coco–Galápagos une el Parque Nacional Isla del Coco y el Área Marina de Manejo Montes Submarinos, en Costa Rica, con la Reserva Marina de Galápagos en Ecuador y cubre un área de trabajo de 240 mil kilómetros cuadrados que requiere un marco de manejo binacional coordinado.
Esos corredores biológicos son espacio de movilización de peces, mamíferos marinos y otras especies, y al mismo tiempo, instrumento de manejo especial para esas vías de alta conectividad, que permite salvaguardar las migraciones, asegurar el uso sostenible de los recursos marinos y aumentar los beneficios ambientales y socio-económicos para los países de la región.
msm/scm
