La vicepresidenta del Ejecutivo, Rosario Murillo, adelantó la semana anterior que las celebraciones serán acordes con la situación del país, marcada por la pandemia global de Covid-19.
En este propio mes, el día 4, el país centroamericano celebró el Día de la Dignidad Nacional, aniversario 94 del rechazo de Sandino al Pacto del Espino Negro, suscrito bajo la tutela de Henry L. Stimson, enviado especial del gobierno Estados Unidos.
Ese día además de negar su firma al acuerdo de Stimson con el general José María Moncada, jefe del Ejército Constitucionalista, Sandino quien devino líder de la lucha antiimperialista en Nicaragua se rebeló contra las fuerzas militares de la potencia del Norte que ocupaban el país desde enero de 1927.
Internado en las montañas de Las Segovias (norte), al frente del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, que comenzó con 40 hombres y llegó a contar con seis mil, Sandino se mantuvo sobre las armas hasta conseguir la retirada de las tropas estadounidenses el 1 enero de 1933.
Pero antes de abandonar Nicaragua los norteamericanos dejaron organizada la Guardia Nacional, brazo armado de la oligarquía criolla, cuyo jefe, Anastasio Somoza García, en contubernio con el embajador estadounidense (Arthur Bliss Lane) ordenó el asesinato de Sandino y dos de sus lugartenientes la noche del 21 de febrero de 1934.
En el ejemplo del general de Hombres Libres y su Pequeño Ejército Loco, como lo nombrara el escritor argentino Gregorio Selser, se inspiraron los revolucionarios nicaragüenses que en 1961 organizaron el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Esa organización político-militar encabezó la lucha en las montañas y ciudades (en varias etapas) hasta terminar con el derrocamiento de la dictadura de los Somoza (García y Debayle), el 19 de julio de 1979.
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