En 2004, artistas de la agrupación Lizt Alfonso Dance Cuba conformaron ese grupo de la nación caribeña, bajo la dirección general de la bailarina y coreógrafa Liliet Rivera.
Si bien inicialmente fueron solo cuatro, la compañía incorporó a 14 jóvenes, adiestradas en talleres de disciplinas como ballet y flamenco.
Según recordó su director musical Eduardo Córdoba en declaraciones a Prensa Latina, tras la aprobación del grupo por el Ministerio de Cultura de Cuba, el conjunto comenzó sus actuaciones con melodías grabadas del repertorio nacional y foráneo.
‘Yo ingresé cuatro años después y aprecié que sus integrantes poseían condiciones para la percusión (bongó, batá, tumbas, baquetas). Entonces impartí clases y combinamos ambas manifestaciones, nuestro sello de distinción y originalidad’, argumentó el también artista plástico.
Bastones, castañuelas, tacones, abanicos y taburetes—diseñados por el propio Córdoba— confluyen en los performances y, en los últimos años, sumaron los instrumentos guitarra, violín, bajo, flauta y piano; así como, a una cantante. Actualmente son 25 miembros: 12 bailarinas, 7 músicos y el equipo técnico.
‘Cuando estuvimos en Tampa, Estados Unidos, una vez concluimos el espectáculo el público nos regaló aplausos prolongados y los gritos de áViva Cuba! Igual nos sucedió en Turquía, en nuestra primera gira, las personas bailaron y fue una acogida emocionante’, aseguró a Prensa Latina la ‘regisseur’ Lisset Fleitas.
En el país norteño, los artistas interpretaron Cuba, fusión y pasión, una de sus creaciones más reconocidas, de casi dos horas de duración y con la mezcla de pantomimas y ritmos nativos como el guaguancó, son, songo y bolero.
El público de México, Chile, Saint Kitts and Nevis y Corea del Sur también recibió a la agrupación cubana; promotora, asimismo, de la enseñanza con el plan comunitario Danza y Percusión, dedicado a niños, a partir del primer lustro de vida, quienes incluso intervienen en las actuaciones del conjunto.
Fleitas explicó que cuentan además desde 2005, con talleres vocacionales donde el grupo se retroalimenta e incorpora a pequeños y adolescentes de La Habana y Artemisa.
La sede de ambos proyectos es una casona estilo colonial, construida a finales del siglo XIX y ubicada en el capitalino municipio de Marianao.
Chequeré, claves y cajones concurren, igualmente, en las obras Ritmo, Guantanamera, Reto, Bajo el signo del tambor, y coreografías para temas como Recoge la ropa y vete, del grupo de rumba Los Papines, creado en 1962 en La Habana por los hermanos Luis, Alfredo, Jesús y Ricardo Abreu.
El entrenamiento de los miembros de Habana Compás comienza en las mañanas con la preparación física, la danza y la interpretación de los instrumentos, y en el horario de la tarde organizan el montaje de las coreografías y los ensayos.
Durante la temporada de presentaciones disponen el orden de entrada, la posición en el escenario y el tiempo previo de calentamiento.
Antes de salir a escena, sus integrantes siguen un ritual: ‘nos reunimos, nos transmitimos energías positivas y nos animamos’, expresó Fleitas.
De acuerdo con la plataforma estadounidense TripAdvisor, los viajeros reconocen en la compañía de la Isla ‘un ensemble perfecto’, ‘grupo de mujeres que desde pequeñas practican la percusión y hacen un trabajo magistral con dosis perfectas de cubanía’ y ‘hermoso performance de colores y energía’.
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