La divulgación de esa obra, pieza inaugural en 1821 del escenario europeo denominado Konzerthaus, aconteció con la sala vacía como consecuencia de la pandemia Covid-19 y celebró los dos siglos del emblemático espacio berlinés.
Centenares de espectadores, todos con test negativos y distancia de seguridad, acudieron a una retransmisión en directo de la ópera desde la plaza frente a la sala de conciertos y, en paralelo, el canal de televisión franco-alemán ARTE y la web del auditorio difundieron la puesta en escena.
Según los organizadores, la moderna adaptación incluyó en su escenografía un bosque con cantantes encaramados en grúas, actores en una piscina de cristal, telas blancas colgadas desde las lámparas del techo, mochilas con cabezas de ciervos y espectáculos de luces, música y disparos.
La versión de la compañía ibérica refleja cómo el hombre destruye el medio ambiente, la necesidad de salvaguardar el entorno y la posibilidad de detener el cambio climático; así como, un mensaje de progreso en el contexto actual de crisis epidemiológica.
El cazador furtivo es una ópera en tres actos con música de Carl Maria von Weber y libreto en alemán de Friedrich Kind, estrenada el 18 de junio de 1821 y considerada como la primera pieza romántica de su género, sobre todo, por el reflejo de identidad nacional y emocionalidad.
De acuerdo con los expertos, la trama cuenta una leyenda folclórica y sobrenatural, contenida en el volumen Cuentos populares de las naciones norteñas, y referida a la creencia tradicional de que un demonio del bosque dota a un tirador con balas mágicas, forjadas bajo influencias mágicas.
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