Al hablar en una conferencia de seguridad nacional en esta capital, el ministro de Relaciones Exteriores afirmó, sin embargo, que esperaba una demostración de interés de la parte rusa para desarrollar el diálogo.
Nosotros queremos el diálogo, pero Rusia debe dejar a un lado las provocaciones, consideró el diplomático, citado por varias cadenas de televisión locales que trasmitieron la conferencia.
El Kremlin en todo momento exigió a esta nación la presentación de pruebas concretas de la supuesta participación de sus servicios de seguridad en el incendio en 2014 de un polvorín situado en la localidad checa de Vrbetice.
Pasado siete años de esos hechos, con saldo de al menos un muerto, las autoridades checas acusaron en abril pasado a Moscú de organizar las detonaciones, un argumento que sirvió de pretexto para expulsar a 18 diplomáticos rusos.
De su lado, Rusia respondió con la declaración como personas non gratas de 20 funcionarios de la embajada checa, todo lo cual desató una crisis diplomática.
Praga llevó el asunto de Vrbetice a una cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en mayo último para recabar allí apoyo a su llamado a un boicot total de las misiones rusas en las capitales europeas, pero no tuvo éxito.
Tras estallar el diferendo, que llevó a la expulsión mutua de más personal diplomático por ambos países, Rusia incluyó a la República Checa en una lista de estados indeseados.
En lo interior, el asunto del almacén de armamentos llevó a una tensión política interna, después que el presidente Milos Zeman admitió que se investigaban varias causas del incidente, además de la acusación contra la inteligencia rusa.
Senadores checos intentaron reunir votos para presentar una moción de censura contra Zeman, al acusarlo de poner en riesgo la seguridad nacional con sus declaraciones, diferentes a las del gobierno del primer ministro Andrej Babis.
Babis insiste en presentar a la responsabilidad rusa como única versión de la causa de las detonaciones ocurridas en 2014.
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