Serán semifinalistas enfrentados el próximo martes 6 de julio y si bien ya comienzan pronósticos y cábalas futboleras, el ambiente al menos en España es de euforia, pese a que el cuadro de Luis Enrique no termina de convencer.
Los deseos de festejar cualquier cosa están latentes aquí desde la llegada de un intenso calor y ciertas notas favorables en el combate contra el nuevo coronavirus.
El hecho de poder transitar sin mascarillas en lugares abiertos, ha permitido a las terrazas de Madrid contar con una clientela excedida que aprovecha la tregua ante el incremento de la campaña de vacunación.
Sin embargo, la Squadra Azurra, por cierto de blanco ante los Diablos Rojos de Bélgica, tiene una filosofía de juego que rompe con la famosa tradición defensiva del ‘catenaccio’, obra del técnico Roberto Mancini.
El gol de Nicolo Barella a los 31 minutos en cuartos de final frente a los belgas, con el estilo anterior supondría un repliegue. La víspera ocurrió todo lo contrario y en la búsqueda llegó el golazo de Lorenzo Insigne a los 44.
Hermética la línea zaguera con los veteranos Bonucci y Chiellini en el control, el buen portero Donnarumma, la brújula en el mediocampo, el italo-brasileño Jorginho, y luego los jóvenes Locatelli, Barella, Chiesa, y el experimentado Inmobile en ataque.
España tuvo un partido similar a los anteriores después de su despertar con la goleada a Eslovaquia en las eliminatorias. En ocasiones tiene ritmo, es veloz en los contragolpes, tiene profundidad, pero falla demasiado frente a la portería.
Necesito ir a la tanda de penales con superioridad numérica contra la garra de Suiza, que resultó un equipo revelación en el torneo, tras empate en 120 minutos a un gol.
De momento, disfruta la gloria de estar en semifinales, para poder mirar hoy sábado con cierta displicencia los otros dos duelos de cuartos, Dinamarca-República Checa y Ucrania-Inglaterra.
msm/ft