En la apertura de la Séptima Conferencia de Regulación para el Trabajo Decente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que se extenderá hasta el viernes, el jefe del Departamento de Desarrollo Internacional de Oxford, Diego Sánchez-Ancochea afirmó que esa propuesta constituye una interrogante.
Al respecto, argumentó que la respuesta depende de la capacidad de cambiar las narrativas sobre lo que es deseable y posible, al mismo tiempo que se crean relaciones más constructivas entre el Estado y la sociedad.
Señaló que los avances en la primera área son más significativos que en la segunda, si bien se asiste a una redefinición del papel del Estado en la formulación de políticas.
Advirtió que todavía existen muchos obstáculos, tanto a nivel internacional como nacional, para cambiar los modelos de desarrollo actuales y asegurar un futuro más equitativo con tra-bajos decentes para todos.
El evento convocado por la OIT examina los impactos de la pandemia en el mercado laboral y discute políticas y medidas regulatorias para mitigarlos y facilitar una recuperación sólida e inclusiva.
La OIT concibe el trabajo decente como la oportunidad de acceder a un empleo productivo con un ingreso justo, seguridad en el puesto laboral y protección social para las familias, desarrollo personal e integración social, libertad de opinión, reunión y organización e igualdad de oportunidades y trato para mujeres y hombres.
Según cálculos de Naciones Unidas en 2020, debido a la pandemia de la Covid-19 se perdieron 255 millones de empleos en el mundo, una cifra que espera se reduzca a más de la mitad en 2021 y aproximadamente a la décima parte en 2022, aunque los números aún negativos muestran que la crisis laboral dista mucho de haber terminado.
Al menos 220 millones de personas seguirán desempleadas este año en todo el mundo y los puestos de trabajo perdidos debido a la pandemia no se recuperaran al menos hasta el 2023, de acuerdo con las perspectivas de la OIT.
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