Para ponerlo de relieve, Bulut es al 3×3 lo que Michael Jordan -o LeBron James, si lo prefiere- al baloncesto tradicional, con la diferencia de que aquí no hay polémica: el serbio es el mejor, sin rival a la vista.
Sus pases inesperados, encestes alucinantes, visión y premonición, lectura del partido y picardía callejera hacen del jugador balcánico un referente en esta modalidad primigenia, que gana en organización y reconocimiento.
El salto del basket 3×3 de las calles al Olimpo le debe a la mística del estilo ‘playground’ que tiene su templo en el Rucker Park de Harlem, o a la insolencia circense de los viejos Globetrotters, o más acá las giras ‘AND1’.
También a cintas como ‘Los hombres blancos no saben saltar’ (1992), con la que Bulut se enamoró del baloncesto, y lo hizo estudiar a maestros del estilo callejero como Allen Iverson y Stephon Marbury.
Poco a poco se labró una reputación de jugador habilidoso, pero sobre todo tenaz, y con el reconocimiento del 3×3 como deporte ‘serio’, fue clave en la coronación de Serbia en cuanta competencia de primer nivel se presente.
De hecho, los serbios son favoritos para coronarse en Tokio 2020, junto con Letonia, aunque a priori la ausencia de Estados Unidos en esta lid sugiera que el oro es menos meritorio.
Por el contrario, incluso los norteamericanos admiten que serbios y letones son los mejores del mundo en 3×3, al menos hasta que se pruebe lo contrario.
‘Si los de cinco contra cinco vienen al 3×3, necesitarían algo de tiempo para acostumbrarse’, señaló Bulut, quien no descarta que en sus predios podría vencer incluso a estrellas de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA).
Además, esta es una modalidad más ruda, fiel a su esencia de las calles y con transiciones casi instantáneas, que al parecer entró al Olimpo con la espectacularidad con que Dulut divide la defensa y encesta una bandeja.
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