Según la revista Metabolism: Clinical and Experimental, se trata de la enfermedad de hígado graso no alcohólico y la esteatohepatitis no alcohólica.
Aunque son comunes estas dolencias crece el número de personas que la padecen en el mundo.
La investigación reveló que los pacientes con obesidad o diabetes de tipo Dos tienen un mayor riesgo de desarrollarlas.
Estos pueden sufrir una mayor gravedad de la enfermedad y la progresión hacia la cirrosis, daño permanente en el hígado.
Ambas enfermedades deben ser gestionadas desde la atención primaria de salud, pues en ese esquema es donde pueden ser detectados los pacientes, estratificarlos en función de su riesgo de fibrosis avanzada y proporcionar un tratamiento y derivaciones eficaces.
El principio rector para la estratificación del riesgo es descartar la fibrosis avanzada mediante puntuaciones de fibrosis sencillas y no invasivas, explican los expertos.
Será necesario -recomiendan los científicos- realizar pruebas como la puntuación de fibrosis de NAFLD, y una segunda denominada elastografía.
Aclaran los especialistas que no son enfermedades aisladas, pues a veces tienen componente de las anomalías cardiometabólicas asociadas a la obesidad,resistencia a la insulina y la diabetes de tipo dos.
Los científicos sugieren terapias basadas en una dieta reducida en calorías, yla actividad física regular y moderada.
Recomiendan también ‘la sustitución de los medicamentos obesogénicos para disminuir el peso corporal y mejorar la salud cardiometabólica’.
La atención óptima de los pacientes con estos males hepáticos requiere de la intervención de ‘endocrinólogos, diabetólogos, especialistas en medicina de la obesidad, gastroenterólogos y hepatólogos’, puntualiza la fuente.
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