Sus musas son tan diversas como sus creaciones y es dueña de una obra peculiar que comenzó, no exenta de tropiezos, en los años ´90 del siglo pasado: ‘el arreglo y restauración de piezas antiguas de joyería definieron mis inicios’, aseguró en exclusiva a Prensa Latina.
Sus inclinaciones artísticas vinculadas con la plástica, la escultura y la moda determinaron el nacimiento de diseños propios, inspirados en el colorido de su barrio, situado en el municipio Playa, en La Habana.
‘Desde mi ventana escucho pregones, admiro la variedad cromática de los vestuarios y la creatividad de las personas en Cuba. Me infunde lo cotidiano, la arquitectura, el Art Decó, la naturaleza y las experiencias personales’, expresó la artista.
Si bien resulta complejo atrapar esos procesos habituales en inusuales joyas, la creadora confiere conceptos, simbolismos y vivencias a pluralidad de materiales e ideas. Fue así como surgió La cuenta no me da, traducida visualmente en la relación matemática entre traslación y figuras geométricas.
El oro es mío, se inscribe también en el reflejo de la ciudad sonora y responde al estribillo de una popular canción cubana. Consiste en piezas pequeñas de porcelana, pintadas con oro y exhibidas, por primera vez, en una feria habanera dedicada a la cerámica.
Otra de las colecciones Alto voltaje, emplea como materia prima fundamental retazos de los cables caídos durante el paso del huracán Irma en 2017 y tuvo su estreno en una bienal de diseño acontecida en Estados Unidos.
La plata es la base de su invención pues considera que es el soporte más fuerte y económico y confluyen con ese metal, multiplicidad de telas, hilos, cristales o papel, en resumen, ‘todo lo que tenga o encuentre’, reconoció Guevara.
‘Las personas perciben la originalidad de mi trabajo y admiran mis diseños y materiales. Atesoro además una colección denominada Rayos X elaborada con cristales y puntas de colores. La búsqueda en mi entorno de objetos novedosos y la indagación constante, confieren peculiaridad a mi obra’, advirtió.
Escuchar música alta constituye un elemento imprescindible en su rutina de creación. Generalmente, dedica la mañana a cuestiones personales y a las dos de la tarde se sienta en la mesa y realiza piezas de metal. En la noche, la lectura, el dibujo y la investigación ocupan su tiempo.
De esa reflexión literaria resultó su colección titulada Resguardo, específicamente, conformada a partir de textos de la etnóloga, investigadora y narradora cubana Lydia Herrera y de la pintora y especialista en religiones afrocubanas Natalia Bolívar.
‘Anteriormente mi obra era más visual, con énfasis en el diseño, la estética y la moda. Pienso que he alcanzado cierta madurez profesional; me centro más en la búsqueda introspectiva, la profundidad de los mensajes y la traducción formal de mis vivencias y sentimientos’, afirmó la artista.
El deseo de trascender, la perseverancia, paciencia y creatividad son valores que, a su juicio, debe poseer un orfebre. ‘Lo primero que hago es exponerme en mi trabajo y tengo la suerte de que como es tan genuino y sincero le guste a los demás’, concluyó.
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