Ubicado casi 600 kilómetros al este de La Habana, el centro de la urbe cubre 54 hectáreas y exhibe numerosos estilos arquitectónicos: neoclásico, ecléctico y neocolonial; así como un antiguo diseño urbanístico en forma de laberinto, para proteger el territorio de los ataques de corsarios y piratas.
Uno de sus hijos ilustres, el Poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén, afirmó que la urbe ‘tiene una rojiza piel de barro’, alusiva a las tejas, los ladrillos, sinnúmero de piezas de cerámica y los tinajones, insignes de esta localidad y empleados para almacenar agua.
Constituida en 1514 y tras varios emplazamientos debido a numerosas rebeliones hasta 1528, fue la segunda ciudad de Cuba en contar con ferrocarriles y su cementerio general, edificado en 1814, es el más antiguo de los que aún funcionan.
En el área de este camposanto, una de las edificaciones del sector más vetusto de la metrópoli, reposan los restos de personalidades como Carmen Zayas Bazán, viuda del Héroe Nacional de Cuba José Martí, e Ignacio Agramonte y Loynaz, patriota cubano conocido como El Mayor.
Es la única de las primeras villas constituidas en la nación caribeña con una iglesia en cada una de sus plazas principales y posee un tesoro natural denominado Casino Campestre, catalogado como el parque más grande de la Isla construido dentro de una población.
En Camagüey, Patrimonio Cultural de la Humanidad, acontece en el mes de junio el San Juan, durante el cual resulta común el ajiaco criollo—caldo espeso con carnes, viandas y especias— tasajo acompañado de arroz, picadillo y la montería, elaborada con recortes de cerdo asado, salsas y servida con casabe.
Representativas de esta región del país son la Iglesia Nuestra Señora de la Merced, el Teatro Principal, la Plaza de San Juan de Dios y el Antiguo Cuartel de Caballería, convertido en museo y que alberga el poema épico Espejo de Paciencia, escrito por Silvestre de Balboa en 1606.
Sobresalen, además, el Ballet de Camagüey, con un repertorio provisto de obras clásicas reconocidas y piezas distintivas de la vanguardia danzaria, y la Orquesta Sinfónica, constituida desde hace más de seis décadas y dirigida por Lídice Cruzata Gómez.
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