Por sí solo, el Islam y sus variantes sunita, chiita, alawita, wahabita y drusa, entre otras, posee una amplia diversidad de ceremonias que cumplen según el calendario lunar correspondiente.
Para los musulmanes, son de obligatorio cumplimiento el Ramadán (un mes de ayuno diurno), el Hajj y el Umrah (una peregrinación anual y otra en todo el año hacia lugares sacros en Arabia Saudita) y, por ejemplo, Ashura y Arbain.
El Ramadán finaliza con el Eid al Fitr, que inicia pronunciando una oración específica, después de la cual los participantes se saludan y desean felicidad.Cada uno estrena ropa confeccionada para la ocasión porque la costumbre exige lucir lo mejor posible.
Esa jornada se pasa con familiares y amigos en banquetes, y hay intercambios de regalos.
Al término del Hajj se celebra el Día del Sacrificio, que recuerda el episodio recogido en el Corán–el libro sagrado de esa religión–, durante el cual se narra cómo Abraham probó la lealtad a Dios.
Él debía ofrendar a su hijo Ismael (en la Biblia es Isaac) como una acción de obediencia divina, pero a última hora el Todopoderoso intervino y evitó la muerte del humano al proporcionarle un cordero para que ejecutara la orden.
Ashura, décima jornada del mes de Muharram en el calendario lunar islámico, marca el duelo por martirio de Hussein ibn Ali, nieto del profeta Mahoma, y asesinado en medio de una desigual batalla en Karbala, ciudad del actual Iraq, en 680.
Los chiitas guardan luto y ayunan para honrar a quien consideran heredero directo del fundador del Islam, y al que estiman que fue despojado del cargo de califa que le pertenecía por su linaje.
En algunos lugares, los más fervientes se auto flagelan hasta que brote sangre, como muestra de su fidelidad al malogrado gobernante religioso, aunque hoy día otros donan el vital líquido para una misión más provechosa.
Este año, Ashura se realizará del 18 al 19 de agosto, y al concluir iniciará Arbain, es decir, 40 jornadas de luto.
A través de los siglos continúa la costumbre de recordar a quienes valoran como héroes de la resistencia porque, en su concepción, murieron en defensa de la verdad.
Según esa línea, Hussein sacrificó su vida para reanimar el Islam que Yazid, que ocupó sin merecer el califato, lo había demeritado con actitudes pecaminosas.
A partir de la masacre de Karbala, pues el nieto de Mahoma –solo acompañado de 72 seguidores– enfrentó a un ejército de 30 mil soldados, el mundo musulmán se dividió en dos y luego en más; pero las corrientes fundamentales, la sunita y la chiita, son las predominantes hoy.
(Tomado de Orbe)