En ese sentido, investigadores hallaron que el Himalaya y el golfo Pérsico, dos ecosistemas separados por miles de kilómetros, están estrechamente vinculados por los patrones de viento que barren el continente asiático, reflejó el portal The Third Pole.
Los científicos indican que el deshielo del Himalaya es agravado por el polvo que sopla desde Oriente Medio y advierten que de afectar a los mayores ríos de Asia, que nacen de los glaciares y dan vida y sustento a la cuarta parte de la humanidad, sus efectos impactarán en el golfo Arábigo.
En todo el mundo, cada año se arrastran a la atmósfera unos cinco mil millones de toneladas de polvo del desierto de las regiones áridas y los investigadores comprendieron los orígenes de ese polvo, dónde cae y cómo interactúa con los entornos locales gracias a los datos de los satélites y a los modelos informáticos.
Chandan Sarangi, científico del sistema terrestre del Instituto Indio de Tecnología de Madrás, aseveró que el polvo llega a las altas montañas de Asia desde el golfo Pérsico, y hasta el norte de África y el suroeste de la península Arábiga, debido a las corrientes de aire regionales y los vientos predominantes del oeste.
Estas partículas recorren largas distancias a una altura de dos a cinco kilómetros y llegan a las altas montañas asiñaticas durante el verano, indicó Sarangi.
El polvo de regiones áridas como el desierto del Thar en Pakistán y Arabia Saudita se eleva sobre la parte más baja de la atmósfera por convección y es transportada a lugares lejanos con el viento y se deposita por encima de los tres kilómetros, llegando a las cimas del Himalaya, cubriendo los glaciares con una capa de partículas oscuras.
La nieve limpia de los glaciares absorbe muy poca luz solar y refleja la mayor parte de los rayos entrantes del Sol hacia el espacio. Sin embargo, el polvo y el hollín más oscuros absorben mucho más la radiación solar, calentando y derritiendo los glaciares.
El polvo y el hollín agravan significativamente el impacto de los gases de efecto invernadero sobre los glaciares, produciendo un calentamiento más rápido.
Antes se pensaba que el carbono negro procedente de los tubos de escape de los vehículos, la quema de residuos y la combustión de biocombustibles en las grandes ciudades del sur de Asia era el principal aerosol que provocaba el deshielo de los glaciares del Himalaya.
Sin embargo, un equipo de investigadores reveló que en altitudes superiores a cuatro mil metros el polvo impulsa más el deshielo que el carbono negro, cuya mayor parte es emitida por las actividades antropogénicas en las llanuras del Indo y del Ganges.
Aunque el polvo que sopla desde Oriente Medio hasta el alto Himalaya no es un fenómeno nuevo, se determinó que es una de las principales causas del deshielo de los glaciares.
El polvo siempre fue transportado por los sistemas naturales del planeta, pero desde el inicio de la Revolución Industrial en 1750 su cantidad en la atmósfera terrestre se duplicó.
Por otro lado, el calentamiento de las montañas se traduce en vientos más cálidos, que cambian los patrones de los monzones en Asia y Oriente Medio.
John Burt, biólogo marino y profesor de la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi, indicó que la decoloración de los corales del Golfo es resultado de los vientos bajos del shamal, que soplan en Oriente Medio durante el verano generados por un gradiente de presión impulsado por el monzón.
Si el monzón se debilita también lo harán los shamales, provocando una decoloración más frecuente y grave de los arrecifes de coral.
Un estudio relacionó la disminución de los glaciares con el declive de la pesca en el Mar Arábigo, causado por los vientos cambiantes.
La alteración del monzón condiciona que el organismo unicelular Noctiluca scintillans se multiplique por millones y las floraciones de esa alga nociva absorben el oxígeno del agua asfixiando las poblaciones de peces, agravan el blanqueamiento del coral y sustituyen las algas autóctonas que son alimentos de los peces, afectando la seguridad alimentaria.
Además, es un problema para las plantas desalinizadoras, pues obstruyen los filtros de ósmosis inversa, con la consiguiente pérdida de agua potable, según la investigación.
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