Con el título de real de Ngola (en idioma kimbundo), la hija de Mbandi Ngola Kiluanji conoció desde su infancia la lucha contra los conquistadores, aprendió los secretos del arte de la guerra y tiempo después lideró las acciones de defensa y ataque en los campos de batalla.
Según diversos estudios, Nzinga (1580-1663) no solo fue una excelente guerrera que controló los reinos de Ndongo y Matamba, en el sudoeste de África, durante un largo período del siglo XVII, sino también una sagaz estratega y diplomática.
Tenía 40 años de edad cuando fue bautizada y su conversión al cristianismo pasó a los registros históricos como una muestra de buena voluntad para asegurar las negociaciones con los colonizadores europeos.
Abundan las anécdotas sobre ella, pero quizás la más conocida guarda relación con su sentido de la dignidad: el gobernador portugués João Correia de Sousa esperaba que la reina aceptara sentarse en el suelo, mientras él ocupaba una cómoda butaca para entablar las conversaciones de paz. Sin mediar palabra alguna, una de las sirvientas de Ginga, como le suele llamar el pueblo,hizo las veces de silla, poniendo fin a la embarazosa situación tras recibir la orden con apenas una mirada. Para esa altura, en 1662, la monarca ya había renunciado a su nombre cristiano.
Considerada una heroína del nacionalismo africano, dirigió durante cuatro décadas una firme oposición contra los intentos de los invasores; no en balde, su ejemplo inspiró a poetas, novelistas, pintores, escultores y creadores cinematográficos.
Una de las principales avenidas de Luanda lleva su nombre, mientras un monumento recrea el imaginario popular sobre aquella mujer fuerte, intrépida e inteligente, dispuesta a batallar frente a la ocupación foránea y contra la esclavitud de los negros africanos.
(Tomado de Orbe)