Nombrado como historiador de la capital de la nación caribeña el primero de julio de 1935, el también promotor cultural confeccionó esos volúmenes a partir de la mirada de grandes escritores costumbristas y sus experiencias relacionadas con las prácticas cotidianas e instituciones mediadoras de esas centurias.
El intelectual, nacido el 23 de agosto de 1889, aportó criterios apreciables vinculados a tradiciones, personalidades y arquitectura habanera; de ahí que sumado a la valía indiscutible de las construcciones coloniales (hispano- mudéjar y barroca), el escritor destacó las novedades del popular neoclasicismo.
Al respecto, reconoció cómo las edificaciones de carácter privado y doméstico alcanzaron en la época de dominio español su máximo esplendor y valoró los enormes palacios del siglo XIX por sus estructuras amplias y bellas, admirables proporciones, suntuosos materiales, ornamentos, opulencia y señorío.
Por aquel entonces, aparecieron en Cuba documentos y libros que remiten a una división clasista de la sociedad e, incluso, escritores de la etapa como Raymundo Cabrera en Cuba y sus jueces, de 1891, alude a la coexistencia de dos clases sociales, como había en Roma patricios y plebeyos.
Con posterioridad, el propio Roig de Leuchsenring apuntó sobre las ritualidades alimentarias de los cubanos que ‘en la de las clases acomodadas se come a la española, a la italiana, a la francesa’; testimonios revisitados por autores contemporáneos como Leví Marrero, Oscar Loyola y Eduardo Torres Cuevas.
El historiador Félix Julio Alfonso López recordó en el artículo titulado El primer historiador de La Habana que antes de su investidura en ese cargo ya el doctor Roig merecía reconocimiento en el campo de las letras, el derecho y la historiografía en la nación caribeña.
Igualmente, sin pertenecer a ninguna organización política republicana defendió las ideas antiimperialistas y de izquierda y, muestra de ello, resultan su amistad con Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena y la colaboración con agrupaciones como Falange de Acción Cubana y el Grupo Minorista.
Emilio Roig de Leuchsenring dirigió cuatro de los cinco números de la Revista Estudios Afrocubanos, la cual reunió artículos de emblemáticos investigadores como Fernando Ortiz, Lidia Cabrera, José Antonio Ramos, Ramón Vasconcelos y José Antonio Fernández de Castro.
Unido a ello, impulsó la creación y el desarrollo de instituciones consagradas a los estudios de historia y cultura de la isla e intervino con trabajos periodísticos y crónicas costumbristas en las principales revistas de aquellos años: Carteles, Social y Gráficos.
En 1967 y con sólo 25 años de edad, Eusebio Leal asumió como director del Museo de La Habana en sustitución de Roig de Leuchsenring y, desde entonces, abrazó la misión de rescatar la urbe capitalina, declarada en 1982 como Patrimonio de la Humanidad y reconocida en 2016 como Ciudad Maravilla.
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