Adia Gell, de la Universidad de Oriente, y Adalberto Ortega, del Centro de Estudios de Postgrado Lev Vigotsky, del estado de México, consideran que son muchas las manifestaciones culturales mexicanas que expresan el sentir de sus nacionales de piel oscura.
Los estudiosos apuntan como necesaria la inclusión de esta parte de esa historia nacional en los libros de texto, en las muestras museográficas y en los medios de comunicación, sin prejuicios discriminatorios que impidan conocer su importancia y participación en la formación de la sociedad mexicana.
En su investigación, Gell y Ortega aluden a la afirmación de una reconocida etnóloga que se refiere a una morena Virgen de Guadalupe en contraposición con el intento de considerarse ‘limpios o blanqueados’ de lo negro, con lo cual se niega la impronta del continente africano y parte de la identidad.
De acuerdo con sus indagaciones, desde los comienzos de la colonización empezó a escribirse la historia del mestizaje entre españoles, indígenas y africanos, aunque sean muchos los mexicanos que desconocen esa última presencia en sus raíces.
Desde 1519 y con Hernán Cortés, las crónicas reflejaban la huella de africanos y sus descendientes, apuntan los investigadores, quienes precisan que se ubicaba no solo en las costas del Golfo y el Pacífico, sino también en el altiplano, las sierras y las grandes ciudades.
Como parte de ese desconocimiento, indican, se ha puesto en dudas en ocasiones la verdadera nacionalidad de personas de tez negra y cabellos rizados, a quienes se les confunde, comúnmente, con hondureños o cubanos.
Múltiples detalles actuales en la culinaria, la medicina natural y tradicional, los bailes, las creencias religiosas y la lengua evidencian, según Gell y Ortega, el legado africano en la conformación del ser mexicano.
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