Empero, no terminó la historia con el argentino. Si alguien pensó que con la partida de la Pulga del club de sus amores hacia el PSG se habían terminado los culebrones del deporte de las multitudes, no podía estar más equivocado.
Hasta la medianoche del 31 de agosto la entrega por capítulos del caso Kylian Mbappé intentó mantener en vilo tanto a los hinchas del París Saint Germain (PSG) como de los merengues. Y en teoría, llovieron las ofertas por el francés.
La perla de 22 años es muy codiciada por los mandamases qataríes del equipo parisino y aunque dicen ciertos medios que Florentino Pérez llegó a ofrecer hasta 200 millones de euros por el fichaje, ni una hoja movió el viento.
Antes hubo una sorpresa no menos gigante: el portugués Cristiano Ronaldo, más pragmático que nadie, anunció en horas su regreso al Manchester United inglés, dejando quebrada a la Juventus de Turín.
Se comentaba que Cristiano quería volver al Madrid y que la casa blanca delicadamente lo rechazó. Cierto o falso, sin demasiados aspavientos ancló de nuevo el club donde se encumbró y con mensajes de gratitud a su exentrenador Alex Fergurson.
Faltaba, sin embargo, otro iceberg explosivo y como no podía faltar, el Barcelona FC aceptó ceder al Atlético de Madrid al francés Antoine Griezmann, quien no convenció nunca a la afición azulgrana.
Será, de todos modos, echado de menos, y Diego el Cholo Simeone, el técnico de los colchoneros, podrá frotarse las manos en busca de retener LaLiga, sin pensar mucho en la salida de Saúl al Chelsea.
Otros nombres también resultaron mediáticos, como el belga Romelu Lukaku en su movimiento del Inter de Milán al Chelsea, el jovencito francés Eduardo Camavinga del Rennes al Real Madrid, y el arribo al Barza del holandés Luuk De Jong, procedente del Sevilla.
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