La cifra de víctimas podría ser mayor ante la ausencia de informes desde otros territorios, reflejó la agencia de noticias The Khaama Press.
El hospital de urgencias de Kabul confirmó la existencia de 17 cadáveres y 40 heridos, que fueron trasladados al centro asistencial anoche.
Según reportes no confirmados desde la ciudad oriental de Jalalabad, en la provincia de Nangarhar, al menos 17 personas perecieron en los tiroteos.
Los responsables talibanes condenaron los disparos y advirtieron de duras repercusiones en caso de repetirse.
El jefe de la comisión militar, el mulá Yaqoob Mujahid, declaró que el valle de Panjshir todavía no fue tomado y los culpables de disparar al aire serían detenidos si los hechos se repiten de nuevo.
La guerra entre los talibanes y fuerzas de la resistencia en el valle de Panhshir se intensificó durante la noche del viernes y aunque hubo informes sobre el colapso de esa provincia afgana los mismos fueron luego desmentidos.
Después de 20 años, los fundamentalistas radicales islámicos retomaron el control de Afganistán, un país que está más empobrecido después de dos décadas de ocupación militar por Estados Unidos bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo.
El conflicto bélico causó enormes estragos en esta nación centroasiática, que suma 11 millones de refugiados, cinco millones de desplazados internos y 250 mil civiles muertos.
Sin embargo, muchos habitantes del país asolado por la guerra temen el regreso del estricto régimen talibán, cuyo primer gobierno de 1996 a 2001 cometió muchos abusos, sobre todo contra las mujeres, las niñas y las minorías étnicas.
La ONU advirtió que 18 millones de afganos se enfrentan a una catástrofe humanitaria y otro medio millón de personas podrían abandonar el país.
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