El sospechoso, identificado como Bryan Riley, de 33 años, fue puesto bajo custodia después de una operación de captura durante la cual resultó herido.
Según los informes, el sujeto, que iba fuertemente armado y con un chaleco antibalas, no tenía ninguna conexión aparente con las víctimas, explicó en conferencia de prensa el sheriff del condado de Polk, Grady Judd, citado por el diario local Tampa Bay.
Aunque se investiga el móvil de la balacera, Judd señaló que el sospechoso habló con una testigo más de nueve horas antes de la tragedia a la que le dijo: ‘Dios me envió aquí para hablar con una de tus hijas’ y que incluso afirmó ser ‘El policía de Dios’.
Riley, de Brandon, condado de Hillsborough, en el propio estado, se enfrenta, entre otros, a cuatro cargos de asesinato en primer grado, precisó la Oficina del Sheriff.
La policía encontró a Justice Gleason, de 40 años, y a una mujer de 33 con el bebé de tres meses en brazos al entrar en una vivienda, y en otra casa cercana, hallaron a una persona también del sexo femenino de 62 años relacionada con la familia anterior, reseñó el diario.
Dentro de la camioneta de Riley, que tenía una matrícula del Cuerpo de Marines, Judd indicó que determinaron huellas de sangre y había al menos tres armas de fuego en la escena del crimen.
El sheriff comentó a los periodistas que el atacante dijo ser ‘un superviviente’ y afirmó que estaba consumiendo metanfetamina, un potente psicoestimulante.
De acuerdo con la descripción que dieron las autoridades, Riley fue dado de baja con honor después de servir por cuatro años en el ejército, donde fue asignado a Iraq en 2008 y luego a Afganistán en 2009 y 2010, y lo catalogaron como un ‘tirador agudo’.
La venta de armas fuego alcanzó cifras récord en 2020, cuando se comercializaron cerca de 23 millones de esos medios, 65 por ciento más que el año precedente, indicó la consultora Small Arms Analytics.
Por su parte, Gun Violence Archive reveló que en el primer semestre del año se registraron más de 290 tiroteos en este país y unas ocho mil 400 personas perdieron la vida por armas de fuego.
Estados Unidos tiene establecida la propiedad de esos artefactos letales como un derecho constitucional, al punto que hay 310 millones de ellos en manos de civiles.
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