Cámaras, drones, programas de reconocimiento facial y furgonetas de rayos X alteran la cotidianidad de los residentes en esa urbe estadounidense, destacó el diario The New York Times.
Aviones no tripulados de vigilancia sobrevuelan manifestaciones masivas y los participantes en ellas plantean que fueron interrogados por agentes antiterroristas después de los eventos.
El derribo del World Trade Center (Centro Mundial de Comercio) hace casi dos décadas provocó que el aparato de seguridad cambiara fundamentalmente la forma de operar del departamento de policía más grande del país, el cual perdió a 23 de sus propios agentes ese día, y a cientos más por enfermedades relacionadas con el 11-S en los años sucesivos.
A partir de ese instante alteró su enfoque para encontrar y frustrar amenazas terroristas, pero también para resolver casos menores, subrayó el material periodístico.
Para Eric Adams, presidente del distrito de Brooklyn y gran favorito para convertirse en el próximo alcalde de la urbe, es necesario auditar y reevaluar la forma en que se despliegan y usan los recursos de lucha contra el terrorismo y el monitoreo en la ciudad.
‘Soy partidario de utilizar la tecnología para mantenernos seguros’, comentó en una reciente entrevista el antiguo capitán de la policía de Nueva York al rechazar el empleo de la tecnología con el fin de ‘desmantelar los derechos que existen en nuestro país’.
Con un presupuesto que se cuadruplicó (unos trescientos millones de dólares desde 2006), la División de Inteligencia de la institución aplica ahora tácticas antiterroristas para luchar contra la violencia de las pandillas y la delincuencia callejera, enfatizó el periódico.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001, comúnmente referidos como 9/11 ó 9-11, fueron una serie de ataques suicidas perpetrados contra Estados Unidos por 19 secuestradores aéreos miembros de la red terrorista Al Qaeda.
El hecho tuvo lugar luego del rapto de cuatro aviones de pasajeros de las líneas comerciales estadounidenses American Airlines y United Airlines.
Tal suceso, que dejó más de tres mil víctimas fatales, buena parte de ellas de origen inmigrante, desencadenó bajo la administración del entonces presidente George W. Bush la denominada guerra global contra el terrorismo.
Amparados en esa doctrina, Estados Unidos invadió y ocupó Afganistán en octubre de 2001, y dos años después, Iraq.
El capítulo afgano, al punto de cumplir dos décadas, terminó con la caótica retirada de las tropas estadounidenses el pasado 30 de agosto, dejando atrás a un país como mismo lo encontraron: con los talibanes a los que fueron derrocar en el poder.
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