El Producto Interno Bruto real del país centroasiático devastado por la invasión de Estados Unidos y la OTAN con la fachada de luchar contra el terrorismo podría contraerse 13,2 por ciento, lo cual aumentaría la tasa de pobreza otros 25 puntos porcentuales.
Afganistán enfrenta una crisis humanitaria y económica, afirmó Kanni Wignaraja, subsecretario general de la ONU y director de la Oficina Regional para Asia y el Pacífico del PNUD.
Además de la prolongada sequía y los efectos de la Covid-19, Afganistán debe soportar la congelación de sus reservas extranjeras en Estados Unidos, el colapso de las finanzas públicas, la creciente presión sobre el sistema bancario y el aumento de la pobreza.
El PNUD propone un paquete de intervenciones para ayudar a mejorar las condiciones de vida de las personas y comunidades más vulnerables, dando prioridad a la salvaguarda de los derechos de las mujeres y las niñas.
El subsecretario general de la ONU, Wignaraja, llamó a la comunidad internacional a poner en marcha una respuesta acorde con la magnitud de la crisis en Afganistán.
Los talibanes conquistaron Kabul el pasado 15 de agosto, en veloz ofensiva que halló poca o ninguna resistencia a su paso por una veintena de ciudades, mientras Estados Unidos y la OTAN retiraron sus tropas luego de 20 años de ocupación militar.
Los muyahidines controlan esta nación centroasiática, que está ahora más empobrecida que hace dos décadas y suma 11 millones de refugiados, cinco millones de desplazados internos y 250 mil civiles muertos.
Sin embargo, muchos afganos temen el regreso del estricto régimen de los fundamentalistas islámicos radicales, cuyo primer gobierno entre los años 1996 y 2001 cometió numerosos abusos, sobre todo contra las mujeres, las niñas y las minorías étnicas.
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