Su ubicación en la línea ecuatorial, tierras altas, clima estable y la incidencia de la luz solar son factores que convergen para lograr una producción continua de numerosas variedades de esas flores, altamente cotizadas a nivel mundial.
Blancas, amarillas, rosadas, rojas, bicolores o multitono son solo algunas de las rosas que ofrece este país andino, donde al decir de muchos: ‘Dejas caer una semilla y salen 10 plantas que alegran la vista y el alma’.
El tamaño de sus pétalos y tallos más grandes con respecto a la media-, y su durabilidad, de hasta 20 días posteriores a su compra, son características que le otorgan ventaja en el mercado, privilegiadas en la intensidad y el brillo de sus colores por recibir al menos 12 horas de rayos solares.
Alto valor estético tienen también las denominadas ‘rosas teñidas’, entre ellas las azules, que, como regalo, significan fidelidad y afecto, mientras las moradas dan sensación de paz, crean energía positiva y expresan respeto, elegancia y exclusividad.
Igualmente llamativas resultan las ‘eternas’, que pese a ser cultivadas de manera natural, después de ser recogidas reciben un exclusivo proceso de liofilización, el cual le permite mantener una apariencia fresca, con el añadido de que se puede conservar durante más de tres años.
Escarlata o blanca, durazno o verde, amarilla… pueden ser vistas a nivel planetario como detalle para pasajeros en el vuelo inaugural de una aerolínea, engalanando una ceremonia de entrega de premios de prestigio como los Oscar de cine o en los pasillos y salones de una casa presidencial.
La rosa ecuatoriana es, además, de los mejores regalos a las madres o el perfecto complemento del día de los enamorados, porque son lo más cercano al amor, la amistad verdadera y la belleza.
Una para cada ocasión servirá de lenguaje universal.
Tomado de Orbe