Las detonaciones tenían como objetivo a los talibanes y causaron más de 25 víctimas civiles, entre ellas mujeres y niños, reflejó la agencia de noticias The Khaama Press.
Testigos afirmaron que varios combatientes del movimiento talibán fueron trasladados al hospital tras resultar heridos en dichos ataques en Nangarhar, fronteriza con Pakistán, donde los talibanes son objetivo del ISIS-K después de conquistar el país centroasiático. Bilal Karimi, adjunto del portavoz oficial talibán Zabihullah Mujahid, confirmó al canal de noticias afgano TOLO News que la detonación alcanzó un vehículo de los fundamentalistas radicales islámicos en Jalalabad.
El ataque se produjo después que el sábado ocurrió una explosión en Kabul y otros dos estallidos contra vehículos talibanes, también en Jalalabad, que dejaron al menos dos muertos y 20 heridos.
Nangarhar es el corazón del grupo ISIS-K, que se atribuyó la responsabilidad de sendos atentados en el aeropuerto internacional de Kabul en agosto último, con saldo de 183 fallecidos y más de 150 heridos, según la cadena Al Jazeera.
El movimiento talibán reconquistó Afganistán mientras Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte sacaron sus tropas del país tras 20 años de ocupación militar y billones de dólares en gastos de guerra.
Tras dos décadas de conflicto, el grupo armado fundamentalista controla una nación más empobrecida, con 11 millones de refugiados, cinco millones de desplazados internos y la mayoría de la población al borde de la hambruna.
Muchos afganos temen el regreso del estricto régimen talibán, cuyo primer Gobierno entre los años 1996 y 2001 cometió numerosos abusos, sobre todo contra las mujeres, las niñas y las minorías étnicas.
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