Durante una reunión del comité ejecutivo de esa organización, la representante auxiliar para la Protección, Gillian Triggs, consideró urgente la colaboración entre instituciones y gobiernos para socorrer a quienes huyen del hambre, la miseria y las guerras.
Al cierre de 2020, alrededor de 82,4 millones de mujeres, niños y hombres permanecían fuera de sus hogares debido a los conflictos y la violencia. De ellos, 48 millones continuaban dentro de las fronteras de sus propios países y 26,4 millones se encontraban en el extranjero como refugiados, señaló.
‘No nos faltan leyes y políticas para proteger a los desplazados y tenemos amplias declaraciones de principios. El desafío es implementarlas’, añadió.
Asimismo, expresó su preocupación por la situación de la población civil en naciones como Afganistán, Siria y Yemen y recordó que fenómenos como la pobreza, la discriminación y el cambio climático empeoran las condiciones de vida de los migrantes.
Por otra parte, indicó que, durante la pandemia de la Covid-19, 195 Estados cerraron sus fronteras parcial o totalmente, lo cual afectó considerablemente a los solicitantes de asilo.
En los peores momentos de la crisis sanitaria, en lugar de un reparto equitativo de las responsabilidades, las naciones desarrolladas dejaron caer todo el peso de la situación migratoria sobre aquellos con menos recursos para asumirla. Esto es moral, ética y legalmente inaceptable, aseveró.
Por su parte, el alto comisionado Filippo Grandi pidió a los miembros de la Unión Europea comprometerse a reubicar en su territorio a al menos 42 mil 500 afganos que se refugiaron en países vecinos tras la llegada del grupo armado Talibán al poder.
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