Resulta una singular formación geológica que la naturaleza, cual regalo divino, levantó como vigía y guardián de la antigua ciudad de Fernando de Montecristi, fundada por el español Nicolás de Ovando.
Con el paso del tiempo, sus atributos y belleza dieron origen al Parque del Morro, espacio para la meditación y la relajación.
Los historiadores afirman que cuando Cristóbal Colón iba de regreso a España después de construir el Fuerte de la Navidad en este territorio, pasó por el lado de la montaña y fue tal su impresión, que lo bautizó como Monte de Cristo o Monte Cristi, de ahí el nombre de la ciudad.
Su altura es de 242 metros, siendo una gran elevación de piedra caliza que tiene a sus pies playas de arenas rojizas y está rodeada de un bosque seco subtropical y extensas áreas de manglares.
En su base corre una estela de bellos sitios y variados ecosistemas submarinos que hacen las delicias de quienes aman sumergirse en el mar en búsqueda de lo nuevo e inesperado.
Y a los amantes de las alturas les espera un panorama de ensueño, pues pueden divisar a lo lejos la enigmática bahía de la ciudad, así como los cayos Siete Hermanos (Tororu, Muertos, Ratas, Terrero, Monte Grande, Monte Chico y Arenas).
También, a su alrededor existen lagunas que permiten a los turistas disfrutar de un refrescante baño y avistar numerosas especies de aves, las cuales viven entre los manglares y el bosque, incluidas las fragatas, garzas, garcetas y ostreros americanos.
Recientemente, el presidente dominicano, Luis Abinader, firmó un acuerdo con las autoridades de la provincia, que dio a la Fundación Banreservas la misión de trabajar en el Parque para convertirlo en un lugar modelo desde el punto de vista del ecoturismo.
‘Vamos a hacer de Montecristi un punto luminoso enRepública Dominicana, donde no deban migrar los montecristeños, sino que vengan nuestros compatriotas de todo el país a esta provincia, al igual que los turistas’, sentenció. mem/ema
(Tomado de Orbe)
