Los cazadores los buscan por sus supuestas propiedades curativas y para venderlos como manjar, dado el elevado precio de su carne, por lo cual está muy amenazado y en peligro de desaparecer.
En 2017 se firmó la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, pero la efectividad de este tratado para proteger las ocho especies de pangolines que existen entre Asia y África está lejos de ser realidad.
Dicho mamífero se alimenta de hormigas, gracias a su lengua extraordinariamente larga que penetra en los hormigueros.
Se trata de un animal tímido que prefiere salir de noche y todo su cuerpo está cubierto de unas escamas duras y, cuando se asusta, se enrolla en forma de bola y se queda inmóvil protegiendo la parte blanda de su cuerpo que queda en el interior.
Esta característica lo hace especialmente vulnerable a la captura ilegal para el tráfico de su carne y sus escamas, pues los cazadores furtivos sólo tienen que levantarlo del suelo sin ningún tipo de persecución ni lucha.
El pangolín puede comer hasta 70 millones de hormigas al año y de ahí su importancia en el equilibrio de los ecosistemas, al controlar las poblaciones de insectos, además de airear la tierra y mantenerla fértil.
rgh/abm