Nadie puede controlar el país solo, ninguna facción puede hacerlo, por ello debemos sentarnos todos a conversar, precisó Saeed durante un encuentro aquí con periodistas de medios internacionales como parte de su visita a Egipto.
No obstante, para retomar las pláticas primero hay que alcanzar un alto el fuego, afirmó en medio de la ofensiva de la milicia hutí contra la ciudad de Marib, capital de la gobernación homónima, estratégica por sus reservas de petróleo y gas.
En ese sentido, reconoció que las fuerzas gubernamentales retrocedieron en algunos frentes de esa batalla, pese al respaldo aéreo de la coalición encabezada por Arabia Saudita, pero se mostró confiado en mantener el control de la urbe.
Saeed alertó sobre las consecuencias económicas y humanas de los combates en curso pues cientos de miles de desplazados están asentados.
Precisamente los aliados del Gobierno del presidente Abd Rabbu Mansour Hadi anunciaron ayer la muerte de unos 400 hutíes en recientes bombardeos en Marib y de otros 150 en las últimas 24 horas.
El primer ministro también condenó el ataque ayer de una caravana que transportaba al gobernador de la sureña ciudad de Adén, Ahmed Lamlas, y al titular de Agricultura, Salem al Suqatri, quienes salieron ilesos, aunque seis personas perdieron la vida.
Adén funge como la capital provisional del Gobierno de Hadi, pues Saná y amplias zonas del norte del país están ocupadas por la milicia hutí desde 2014.
En ese contexto, el coordinador humanitario de Naciones Unidas para Yemen, David Gressly, alertó este lunes que unos 20 millones de personas en ese país, dos tercios del total, necesitan ayuda humanitaria urgente.
La nación está al borde de la hambruna, subrayó el funcionario, quien cifró en 400 mil la cantidad de niños en peligro de morir de hambre.
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