Esas maniobras se realizan por novena ocasión desde 2012, tienen lugar en aguas rusas del mar de Japón, y participan miles soldados y equipos aéreos y marítimos de última generación.
Según trascendió aquí, los comandos comprobarán los sistemas de comunicación, navegación, reconocimiento y alerta temprana, así como las capacidades durante ataques reales a objetivos en el mar y el aire, y misiones con submarinos.
La parte china incluso envió a su primer destructor tipo 055, de 10 mil toneladas, equipado con los últimos avances en sistemas de defensa contra aviones, misiles, barcos y sumergibles, y considerado la evidencia de la creciente sofisticación de la industria defensiva nacional.
En mayo pasado, ambas potencias realizaron otro intercambio militar, pero para medir su preparación en la lucha contra el terrorismo.
Las autoridades locales consideran todas estas acciones como un reflejo del alto nivel que goza la asociación estratégica integral, la confianza mutua y la coordinación.
Recientemente China y Rusia prorrogaron su Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa, firmado hace 20 años y considerado un hito porque permitió a sus gobiernos estrechar la comunicación.
Consensuaron posturas contra la hegemonía y manipulación del orden internacional en momentos de una renovada hostilidad desde Estados Unidos y la Unión Europea, acordaron combatir campañas de desinformación y apoyarse en mantener la estabilidad en las zonas alrededor de los dos países.
Como novedad, Moscú y Beijing consideraron pertinente examinar el posible reconocimiento de las vacunas desarrolladas en cada lado, oponerse a la politización del tema y unir fuerzas en el empeño de proporcionar esos productos a naciones pobres.
Entre otros aspectos, plantearon celebrar una cumbre de miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para facilitar el diálogo directo y la discusión de soluciones a problemas que enfrentan todos los seres humanos y ayudar a mantener la estabilidad del mundo.
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