La cita cultural agendó la proyección del filme para el venidero 19 de octubre y, según recordó el también periodista en declaraciones exclusivas a Prensa Latina, la conformación de la obra nació a comienzos de la década de 1990, inspirada en una serie documental con la experticia del desaparecido historiador Eusebio Leal.
‘Aquel proyecto reunía 20 capítulos con episodios, curiosidades y personajes emblemáticos del pasado cubano. En uno de ellos, Leal relató los sucesos del 27 de noviembre de 1871 y todo el equipo de realización permaneció en un silencio sepulcral, pues la manera en la cual expuso el tema nos enamoró’, indicó.
La pedagogía, comunicación y arte del conocimiento transmitido por el autor del texto Hijo de mi tiempo determinó una vorágine de investigaciones y la materialización del documental Inocencias en 1992, la antesala de una película que navega de la sonrisa y la esperanza hacia la muerte.
Finalmente, en 2017, Gil emprende la filmación de ese testimonio decimonónico por el cual mereció el Premio al Mejor Director en el Havana Film Festival de Nueva York, en Estados Unidos, y los galardones del jurado y el público en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana en 2018.
‘Pusimos, por primera vez, rostro a cada uno de los 42 estudiantes de los cuales fueron seleccionados, al azar, los ocho educandos fusilados. Debíamos lograr que ese grupo, pese a las diferencias de pensamiento, tuviera como conjunto una poética y un buen intercambio dentro de lo sensorial con el espectador’, señaló.
Durante el proceso de creación, a juicio de Gil, desaparecieron las fronteras de las especialidades, emergió dentro del equipo un sentimiento de pertenencia y comprometimiento con la narración y diálogo cinematográfico y un proceso de aprendizaje histórico inusual.
Otro de los retos fue recrear la capital cubana del siglo XIX en espacios controlados por la modernidad, si bien la Oficina del Historiador de La Habana—establecida en 1938 por el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring—colaboró con las exigencias de la puesta en escena y el trabajo fotográfico.
‘La película pretendió, asimismo, redimensionar el carácter simbólico de la fecha y aportar una percepción real de ese hecho. Como afirmaba Leal es un día de andar despacio, con la cabeza gacha y no reír’, argumentó el director de otras obras como: La emboscada y Soberanía.
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