Ese grupo se convirtió en una seria amenaza no solo para Yemen sino para toda la región, así como para el comercio internacional y las rutas marítimas, afirmó el político en una entrevista con el diario egipcio Al Ahram.
Aseguró que el gobierno del presidente Abd Rabbu Mansour Hadi siempre apoyará los esfuerzos de diálogo y nunca se interpondrá en el camino de una solución pacífica al conflicto que desangra a esa nación desde hace siete años.
Por el contrario, recalcó, los hutíes rechazaron una y otra vez todos los esfuerzos de paz y las concesiones otorgadas por las autoridades yemenitas.
El primer ministro estimó que la Iniciativa del Golfo, la Conferencia de Diálogo Nacional y la Resolución 2216 del Consejo de Seguridad de la ONU deberían formar una base sólida para cualquier proceso para acabar con la guerra.
Abdulmalek Saeed denunció la nueva escalada bélica provocada por la ofensiva de los rebeldes contra la central ciudad de Marib, capital de la gobernación homónima, estratégica por sus reservas de petróleo y gas.
Defenderemos la urbe con todos nuestros recursos económicos, militares y diplomáticos, subrayó.
Varios organismos internacionales alertaron sobre la crisis humanitaria en Marib y sus alrededores por la masiva llegada de refugiados y los problemas de abastecimientos provocados por los combates.
El ministro de Planificación y Cooperación Internacional Waid Batheeb reveló esta semana que el país perdió 90 mil millones de dólares desde el alzamiento de la milicia hace siete años.
En ese contexto, el coordinador humanitario de Naciones Unidas para Yemen, David Gressly, alertó el pasado lunes que unos 20 millones de personas en ese país, dos tercios del total, necesitan ayuda humanitaria urgente.
La nación está al borde de la hambruna, subrayó el funcionario, quien cifró en 400 mil la cantidad de niños en peligro de morir de hambre.
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