En un informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) se precisó que ese proceso generará más plazas laborales de las que se perderán.
Unos cinco millones de los trabajadores que pierdan su puesto podrán encontrar uno nuevo en la misma ocupación en otra industria, al calcularse que el sector de las energías renovables podría dar empleo a 43 millones de personas en 2050.
Ambas instituciones coincidieron en que la interrupción de los suministros transfronterizos causada por las restricciones de la Covid-19 puso de manifiesto el importante papel de las cadenas de valor nacionales.
Reforzarlas facilitará la creación de empleo y la generación de ingresos a nivel local, al potenciar las actividades económicas existentes y las nuevas.
Esto requerirá políticas industriales para formar cadenas de suministro viables, estrategias de educación y formación orientadas a crear una mano de obra cualificada y medidas activas del mercado laboral dirigidas a proporcionar servicios de empleo adecuados.
Asimismo, demandará reciclaje y recertificación junto con protección social para ayudar a los trabajadores y las comunidades dependientes de los combustibles fósiles y estrategias de inversión pública con vistas a apoyar el desarrollo económico regional y la diversificación.
De acuerdo con el informe de Irena y la OIT el empleo en energías renovables en todo el mundo alcanzó los 12 millones de puestos de trabajo el año pasado, frente a los 11,5 millones de 2019, aunque la Covid-19 provocó retrasos e interrupciones en la cadena de suministro, con impactos en los empleos que varían según el país y el uso final.
Sobre el tema el máximo representante de Irena, Francesco la Camera aseguró que el único camino a seguir es aumentar las inversiones en una transición justa e inclusiva, con todos los beneficios socioeconómicos en el camino.
Mientras el director general de la OIT, Guy Ryder consideró que el potencial de las energías renovables para generar trabajo decente es una clara indicación de que no tenemos que elegir entre la sostenibilidad medioambiental, por un lado, y la creación de empleo, por otro. Ambas pueden ir de la mano.
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