Tiene apenas 23 años, pero ya muestras atisbos de querer llegar al pináculo donde se instalaron en el pasado músicos como el griego Yanni o el francés Jean Michel Jarre. Y entre sus sellos distintos, también algo de DJ y una mirada futurista al pentagrama.
En un concierto único y especial en Madrid, la chica que hace sólo dos años que se graduó de Arpa Clásica en el Conservatorio Luca Marenzio, ya ha comenzado a darle la vuelta a Europa, fue sensación en Suiza y Naciones Unidas la quiere como emblema de la defensa del medio ambiente.
Con esas luces y rostro de niña asustada, llegó a la capital española para actuar en el Palacio de Abrantes, sede del Instituto Italiano de Cultura. ‘Intento captar sonidos de la naturaleza, encontrar el pasado y dibujar un porvenir diferente’, dijo en accidentado español.
Ya tiene su primer disco, Dazed (Universal) y fue convertida de inmediato en embajadora del prestigioso fabricante italiano de arpas, Salvi Harps. Su álbum cuenta con colaboraciones de Peter Kernel, Aris Basseti y el virtuoso pianista Lubomyr Melnyk, entre otros.
Calificada por la crítica suiza como una ‘raza rara’ de la música, Kety Fusco armoniza con notable precisión sonidos de violines, un vinilo rayado en cuerdas de metal y algunos objetos golpeados en la caja de resonancia del arpa clásica, en una ‘conversación’ melodiosa impresionante.
Ya tiene más de 80 recitales en toda Europa y trabaja en la primera biblioteca del mundo de sonidos de arpa no tradicionales.
Empero, más allá de todos los elogiosos comentarios alrededor de esta jovencita italiana, lo verdaderamente asombroso es su espíritu creativo.
Esta ‘mosca blanca en un enjambre musical’, como ha sido llamada, que se familiarizó con el arpa desde los siete años de edad, cuenta con un repertorio que incluye su versión de Ma Gnossienne (La Gnosseiene del francés Erik Satie), Ultrasystole, Medusah, Rubato o Saceba.
Puede darse hasta el lujo de no impactar en un primer momento. Luego, al escucharla por varios minutos, no dejará indiferente a nadie.
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