La publicación en internet abordó uno de los temas que causa controversias en el país entre los que defienden la integridad de la nación y los que opinan que “los estados azules (demócratas)/rojos (republicanos) se separen de la unión».
El mes pasado, el Centro de Política de la Universidad de Virginia publicó un nuevo estudio que mostraba que, al menos entre los encuestados, «aproximadamente cuatro de cada 10 (41 por ciento) de los votantes de Biden y la mitad (52 por ciento) de los votantes de Trump están al menos algo de acuerdo en que es hora de dividir la Unión.
El sitio señaló que ante la incertidumbre de que las divisiones sobre los más diversos temas vayan a desaparecer, es probable que la secesión se convierta en una corriente aún más generalizada, como viene ocurriendo en los últimos años.
Cita como ejemplos de esta tendencia que en 2014, una cuarta parte de los encuestados dijo que pensaba que su estado debería secesionarse. En 2018, el 39 por ciento decía que pensaba que un estado debería «tener la última palabra» sobre si ese estado formaba parte de Estados Unidos o no.
En 2020, más de un tercio de los encuestados opinó que los estados tienen el derecho legal de separarse.
Una encuesta de Zogby sobre la secesión en 2020, encontró que las actitudes favorables a ese paso disminuyen a medida que el grupo encuestado envejece. En el grupo de 18 a 29 años, la mayoría (52 por ciento) cree que los estados tienen ese derecho legal.
Por último, la generalización del desmembramiento significa que ahora es el momento adecuado para empezar a plantear las preguntas difíciles sobre cómo se produciría realmente la separación, aseguró zerohedge.
En la vida real, argumentó, los grandes cambios políticos tienen la costumbre de producirse independientemente de lo que quieran los planificadores oficiales y de lo que digan los planes oficiales.
Por otra parte, vivir en la negación de la ruptura no mejorará las cosas. Y, por supuesto, la cuestión de la secesión no es «si» sino «cuándo». Todos los sistemas políticos llegan a su fin en algún momento, ya sea por desintegración o por revolución, sostuvo.
En muchos casos, el mundo mejora cuando los viejos estados, como el Imperio Romano, se derrumban. La fantasiosa postura de que Estados Unidos durará para siempre es algo que sólo debería parecer plausible a los niños pequeños o a los irremediablemente ingenuos, acentuó.
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