La jornada es propicia para limpiar y adornar con flores las lápidas y sirve como espacio de reunión y recordación de quienes perdieron la vida en diferentes circunstancias, pero que son recordados con cariño.
Como parte de los rituales, familiares y amigos se congregan ante las tumbas y comparten los alimentos preferidos de los fallecidos e intercambian anécdotas de las que fueron parte.
Las autoridades calculan que alrededor de un millón de personas visitarán los campo santos, a propósito de la conmemoración.
Para muchos, la tradición mantiene viva la idea de que la muerte es solo un paso a otra vida.
Durante estos primeros días el mes de noviembre también es común compartir las «guaguas» de pan y la «colada morada», expresiones de la cultura gastronómica ecuatoriana que forman parte del tributo a los difuntos y son ampliamente comercializadas a propósito de la fecha conmemorativa.
Ambos platos fusionan historia, tradiciones y sabores que han pasado de generación en generación y con algunas invenciones se mantienen en el tiempo.
La guagua de pan es un dulce hecho de harina de trigo relleno de mermelada y con decoraciones externas, elaborado a semejanza de un bebé o muñeco, como representación del fallecido, mientras que la colada morada es una bebida espesa a base de frutos rojos y maíz morado, la cual simboliza su sangre.
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