Mexicanos y cubanos, como si se tratase de una gran familia, se congregaron frente a la embajada de la isla en Ciudad de México y al ritmo de música de ambos países interpretada por las agrupaciones Son 14 y la nativa Son de Maíz, la gente cantó y bailó durante horas.
Grupos de personas contratadas por organizaciones de Estados Unidos que operan en la embajada de ese país en México, como la Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid en inglés), vetada por el gobierno junto con la Drug Enforcement Agency (DEA), según denunciaron oradores, intentaron aguar la fiesta pero no pudieron.
Los incitadores se situaron en otro extremo de un costado de la embajada y comenzaron a gritar improperios a los amigos de Cuba quienes siguieron su fiesta sin dejarse provocar e impidieron de manera pacífica que los alborotadores lograran sus objetivos de perturbar el orden y malograrles la diversión.
Mientras los adversarios vociferaban, pero sin que los policías que vigilaban las movilizaciones les perdieran de vista y advertían con su presencia que no se extralimitaran, los solidarios con Cuba seguían divirtiéndose y recordándoles que este 15 de noviembre los niños de Cuba también regresaban a las aulas sin peligro de contagios.
Reafirmaron que Cuba es un país de paz y fraternidad y que ni el gobierno de Estados Unidos con todo su inmenso poder, y mucho menos mercenarios y personajillos de farándula y folletines, podrán robarles la felicidad a los cubanos tan duramente conquistada.
Fue una jornada ejemplar en la cual se puso una vez más de manifiesto la identidad histórica y el cariño común de dos pueblos que son como hermanos, como expresaba la letra de uno de los bailables interpretados por Son 14.
Pasado un corto tiempo, los provocadores recogieron sus marchitas flores y se fueron del lugar en silencio, mientras la música llenaba de alegría la importante avenida Presidente Masaryk en la barriada de Polanco.
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