En declaraciones a Prensa Latina, Daria Abreu, directora del Orfeón Santiago y presidenta del Festival Internacional de Coros Electo Silva, y Delvis Sánchez, directora de la Camerata Vocal Música Áurea, argumentaron el impresionante legado del canto a voces que se remonta a varios siglos.
Explicaron que ese apelativo fue expresado inicialmente por el entonces Ministro de Cultura Armando Hart, en reconocimiento al auge de esas formaciones musicales en la demarcación, con orígenes en las centurias XVI y XVII, cuando ya se interpretaban aquí esos cantos.
Muy significativo aporte se derivó del maestro de capilla Esteban Salas, quien al frente de unas 12 personas en la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral, incentivó esa vertiente al punto de que se considere como el primer músico cubano, apuntaron Abreu y Sánchez.
Aludieron a los Coros Femenino y Cuba, entre los siglos XIX y XX, a los cuales se sumaron el de la Universidad de Oriente y otros que abonaron una tradición que perdura y tiene una fortaleza en los 60 años del Festival Internacional que es el más antiguo en el país.
Encomiaron el ambiente cálido y de complicidad que se establece entre los coros y el público, conocedor y exigente, que desborda la Sala de Conciertos Dolores y los muy diversos recintos que acogen esas presentaciones.
Junto al Madrigalista, la agrupación de más larga data en el movimiento coral de Cuba, el Orfeón Santiago y la Camerata Vocal Música Áurea son las tres principales en la ciudad, que han dado lugar, también, a cuartetos vocales que enriquecen este panorama artístico.
Una expresión de ese abolengo coral de la séptima villa fundada por los españoles en la Isla es Iré a Santiago, una pieza devenida himno a partir del poema Son de negros en Cuba, del español Federico García Lorca, y con los arreglos de Roberto Varela y ejecución de Electo Silva.
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