Luego de un pequeño acto de recordación, los participantes hicieron una peregrinación desde la emblemática escalinata de la Universidad de La Habana hasta el monumento que recuerda a los alumnos fusilados injustamente en 1871.
Otras máximas figuras del Gobierno, el Partido Comunista, la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba (UJC), la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), representantes de organizaciones de masas y sociedad civil también rindieron tributo.
En declaraciones a Prensa Latina, la primera secretaria de la UJC, Aylin Álvarez, subrayó que este hecho marca a la juventud cubana y universitaria.
«Por eso aquí marchamos en representación de toda Cuba, además de las actividades que ocurren en otras provincias», aseguró.
En opinión de la dirigente, la juventud es protagonista en los principales escenarios, no solamente en la producción, en lo económico, también en todo lo relacionado con recordar hechos como este.
«Aquí se evidencia que los jóvenes se oponen a todo aquello que nos quieren sembrar como parte de la tergiversación de la realidad, estamos comprometidos con la Revolución y lo hemos podido ver en las calles, en la actuación en el enfrentamiento a la Covid-19», agregó.
El vicepresidente nacional de la FEU, Daniel Madina Fernández, comentó a Prensa Latina que los jóvenes están en un constante debate para defender la historia.
«Después de tanto tiempo sin poder congregarnos así, es muy significativo hacer esta marcha de homenaje y defender también la gran obra de la Revolución», señaló.
El 23 de noviembre de 1871 un grupo de estudiantes de medicina del primer año esperaban a su profesor en el anfiteatro anatómico continuo al Cementerio de Espada, en La Habana.
De acuerdo con investigaciones históricas, los jóvenes se dispersaron por el camposanto, unos dieron vueltas subidos a la carretilla del lugar, otro arrancó una flor y el resto jugó entre sí. Posteriormente, las autoridades españolas los acusaron sin prueba de profanar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón.
Esto ocurre en medio de un contexto histórico tenso debido a las crecientes derrotas del ejército ibérico a manos de los líderes de la guerra de independencia que los combatían desde 1868 en el oriente del país.
En el primer Consejo de Guerra se demostró la inocencia de los jóvenes, sin embargo, debido a la presión del Cuerpo de Voluntarios españoles de La Habana, un segundo juicio decidió sentenciar a los jóvenes como escarmiento.
Para completar la cifra de ocho, tres de los alumnos fueron escogidos al azar, sorteo en que salió un estudiante de 17 años de la ciudad de Matanzas, que no estaba en la capital del país el día de la supuesta profanación.
El 27 de noviembre fusilaron a esos alumnos, otro grupo fue condenado a presidio y luego desterrado.
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