Durante el Te Deum oficiado en la Catedral Metropolitana Santa María La Antigua con motivo del bicentenario de la independencia de Panamá de España, monseñor recordó que los pueblos deben leer su itinerario histórico en las actas fundacionales, pero sobre todo en sus gestas para lograr justicia y equidad sin exclusión.
Por tal motivo, aseveró que este festejo es una buena ocasión para proseguir con la construcción de la nación istmeña y discernir entre todos sobre el pasado, presente y futuro, por lo que urge definir grandes objetivos nacionales con consensos fuertes que sobrepasen proyectos de Gobierno.
“La Patria nace en la comunión profundamente humana, cuando todos hacemos propios y comunes, valores como la solidaridad, la libertad, la paz y el respeto a la diversidad étnica, multicultural y religiosa”, dijo Domingo Ulloa.
Y subrayó: “la Patria nace cuando todos deponemos egoísmos personales, partidistas, económicos y políticos por el bien común. La Patria no se inventa, solo se redescubre y revitaliza siempre en la fidelidad a su patrimonio de origen”.
Al respecto, sentenció que cuando los pueblos se desprenden de su tradición, ya sea por manía imitativa, violencia impositiva, imperdonable negligencia, apatía o tolerancia, pierden su consistencia moral e independencia ideológica, cultural, económica y política.
“La historia demuestra y seguirá demostrando que solo en esta fidelidad es fecunda la esperanza”, acotó el religioso, quien rememoró que a pesar de las adversidades y de ser un país pequeño, Panamá realizó hazañas memorables sin importar regionalismos.
En la homilía dominical, Domingo Ulloa afirmó que la celebración del bicentenario es la oportunidad para escribir nuevas páginas en la historia nacional como la necesidad de reencontrar el consenso que favorezca el desarrollo social sin excluir a nadie.
También se refirió al papel de los jóvenes porque sin ellos no hay futuro, por eso los invitó a no dejarse envolver de las mañas del pasado, sino de aquello que les permita crecer y aportar al país, que no renuncien a su rebeldía y no se dejen domesticar, al contrario, que sean críticos serios y activos para aportar desde su entusiasmo, pasión y juventud.
“Solo una sociedad unida podrá avanzar en reformas auténticas (…) El mejor homenaje a nuestros próceres es reflexionar y asumir los mismo ideales que ellos enarbolaron (…). Alegrémonos de ser independientes y de tener la oportunidad de seguir luchando por nuestra independencia”, sentenció el Arzobispo de Panamá.
Por último, anunció la donación a la iglesia Católica de dos documentos inéditos y originales por parte de la familia Arosemena-Fábrega, los cuales pertenecieron al doctor Justo Arosemena, considerado el panameño más relevante del siglo XIX.
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