Según reveló recientemente el diario The New York Times, los bombardeos que intentaron mantener a la sombra las autoridades norteamericanas tuvieron lugar cerca de la frontera con Irak y fueron ordenados por una unidad de operaciones especiales llamada Task Force 9.
La investigación estará a cargo del general Michael X. Garrett, jefe del Comando de las Fuerzas del Ejército, quien tendrá 90 días para revisar los informes relacionados con el episodio, valorar si hubo violaciones de las leyes de guerra y si alguien debe rendir cuentas, indicó el Times.
Tras el revuelo causado por las revelaciones del diario neoyorquino, el secretario de Defensa, Lloyd Austin prometió ante la prensa revisar los procedimientos militares y responsabilizar a los altos oficiales por daños a civiles, pero no describió ningún problema sistémico que propicie ese tipo de crímenes.
El suceso en cuestión tuvo lugar el 18 de marzo de 2019 cerca de la ciudad de Baguz, en la frontera con Irak, donde al día siguiente observadores civiles encontraron «montones de mujeres y niños muertos».
Ese año un grupo de trabajo averiguó sobre lo acontecido y se limitó a decir que cuatro civiles murieron y que la unidad de operaciones especiales no cometió ningún delito.
Ahora, a raíz de los descubrimientos de la prensa, el Comando Central de Estados Unidos reconoció que 80 personas, incluidas mujeres y niños, perdieron la vida en el ataque aéreo, pero justificó la agresión con el argumento de que fue en “legítima defensa”.
Una vez más la actuación del ejército estadounidense queda en entredicho por el asesinato de civiles, como mismo ocurrió a inicios de este mes, cuando una investigación del Pentágono sugirió no tomar medidas disciplinarias por el ataque con dron llevado a cabo el 29 de agosto último en Afganistán.
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