El imputado enfrenta el cargo de terrorismo que causó la muerte, algo poco común en hechos de este tipo en centros educacionales, destacan los reportes.
Los hechos ocurrieron el martes pasado en Oxford High School cuando, Crumbley hizo más de 30 disparos en el pasillo de la institución y a través de las puertas de las aulas.
En la lectura ayer de cargos, el fiscal Marc Keast indicó que el joven salió del baño de la escuela y comenzó a disparar, caminó por el pasillo a un «ritmo metódico» e hizo más descargas.
Tres estudiantes fallecieron en el acto y otra de las víctimas en un hospital la víspera, mientras siete personas -seis alumnosy un maestro- resultaron heridos, dijo el sheriff del condado de Oakland, Michael Bouchard.
Es inusual la acusación de terrorismo a un presunto atacante escolar.
En 2018, un estudiante de Ocala, Florida, que baleó a otro compañero, fue acusado de terrorismo y luego se alegó que no había motivo de concurso para ese y otros cargos.
El incidente ocurrió dos meses después de que Nikolas Cruz matara a 17 personas y lesionara a 14 en un tiroteo en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, también Florida.
Cruz fue acusado por cargos de homicidio premeditado e intento de homicidio, pero no enfrentó por terrorismo.
Los más recientes casos vuelven a colocar en el tablero público el debate sobre el fácil acceso a las armas de fuego en Estados Unidos, donde el 42 por ciento de los hogares posee un artefacto letal, de acuerdo con datos de la plataforma digital Statista.
El 40 por ciento de las armas de fuego que circulan en manos de civiles en el mundo están en un país que cuenta apenas con el cuatro por ciento de la población a nivel global.
Números no menos impactantes arrojan que hay más de 390 millones de armas de fuego en poder de civiles en territorio estadounidense, lo que equivale a cerca de 102 de esos medios por cada 100 habitantes.
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