El país aspira cerrar este año con un crecimiento del 4,2 por ciento, amparado por el auge de sectores clave como el energético. Las ventas de petróleo y gas superaron las expectativas, subieron también la minería y las exportaciones agrícolas, entre otros renglones importantes.
Según el Ministerio de Desarrollo Económico, las inversiones superaron las cifras de 2019 y los sectores de mayor avance fueron la manufactura, la construcción y las áreas vinculadas a las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Rusia se levanta a pesar también de las sanciones económicas occidentales, constantes desde 2014; y de las amenazas a su territorio, con acercamientos cada vez más evidentes a sus fronteras, por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En varias ocasiones, el Kremlin subrayó su interés por fomentar las buenas relaciones y la cooperación con todo el mundo, pero también alertó que cualquier acción que ponga en peligro su soberanía recibirá la respuesta necesaria.
El presidente Vladimir Putin, dejó bien claro cuáles son las que llamó “líneas rojas”, en su discurso anual a la nación, al resaltar que la seguridad y la defensa de Rusia son inviolables y constituyen prioridades para el país.
En los últimos 12 meses, las relaciones con el eterno contrincante, Estados Unidos, empeoraron, al punto de ser consideradas en su peor momento desde la Guerra Fría, y de que algunos analistas opinen que ese periodo regresó, incluso con la misma o más fuerza.
Lo cierto es que el duelo entre Moscú y Washington se mantuvo durante todo el año, con puntos más álgidos, como la acusación de asesino del presidente, Joe Biden, a su homólogo ruso, o la crisis de los servicios diplomáticos que amenaza con vaciar las respectivas embajadas en Moscú y Washington.
No obstante, hubo momentos de respiro, como en febrero, cuando ambos países aprobaron la extensión hasta 2026 del Tratado de Reducción de Armas Nucleares, más conocido como START III, el único acuerdo armamentístico que sobrevive entre ambos Gobiernos.
Otro fue la cumbre de sus mandatarios, del 16 de junio en Ginebra, un primer paso en el largo de camino hacia un acercamiento en temas clave como estabilidad estratégica, control de armas, ciberseguridad, enfrentamiento al terrorismo y al cambio climático, entre otros desafíos que marcan la agenda global.
Está claro que existen muchos asuntos por resolver, también que existen grandes diferencias conceptuales a la hora de encarar los problemas, pero que Putin y Biden se vieran las caras y viraran las cartas sobre la mesa de negociaciones, resultó alentador.
Igual de importante será el diálogo entre los presidentes, esta vez en formato de videoconferencia, previsto para el próximo 7 de diciembre, en el que Moscú planteará la necesidad de garantías jurídicas que eviten la expansión de la OTAN hacia el este.
No obstante las tensas relaciones con Washington, la principal batalla de este año para esta nación siguió siendo contra la Covid-19, que hasta el momento provocó alrededor de nueve millones 800 mil contagios y poco más de 280 mil muertes.
A pesar de sus cinco vacunas autóctonas para combatir la pandemia, de iniciar la campaña nacional de vacunación el 18 de enero, hace ya casi un año, el país no alcanzó sus aspiraciones de lograr un nivel de inmunidad colectiva del 80 por ciento.
En ese renglón, el pasado 3 de diciembre, Rusia llegó al 53,7 por ciento, respaldada por la vacunación completa de casi 64 millones de personas y de alrededor de 72 millones que solo se inyectaron la primera dosis del fármaco antiCovid-19.
La realidad es que todavía las cifras siguen muy por debajo de las facilidades creadas: gratuidad de vacunas y de servicios médicos en todas las regiones, organizados de manera tal que la población cuenta con todas las condiciones para inmunizarse.
Sin embargo, Rusia avanza hacia 2022 con mucho optimismo, según vaticinan sus autoridades federales, que anuncian un nuevo año de mayor auge económico, lo que implicará mejores condiciones de vida para su gente.
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