Aprobado por los presidentes de las repúblicas soviéticas de Rusia, Ucrania y Bielorrusia (Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkévich, respectivamente), el acuerdo fue firmado el 8 de diciembre de 1991 sin contar con la opinión mayoritaria de la población, que meses antes se expresó en referendo a favor de conservar la URSS.
En declaraciones al canal ruso Smotrim, con motivo de la efeméride, antiguos dirigentes de esas repúblicas exsoviéticas, participantes en el acontecimiento, coincidieron en que la desintegración del país fue resultado de una acción predeterminada, pero también de una serie de circunstancias que la hacían inevitable.
Kravchuk recordó que luego de firmar el tratado regresó a Kiev sin contratiempos y explicó que lo mismo sucedió con el retorno de Yeltsin a Moscú.
“¿Por qué absolutamente nadie se rebeló contra ese golpe si lo consideramos un golpe?”, se preguntó, a la vez que cuestionó la percepción negativa de la ruptura que supuso el cambio.
“No ocurrió nada de eso y, por lo tanto, las personas estaban preparadas para ello. Había que romper el sistema”, subrayó.
Según la televisora, Shushkévich, por su parte, sigue orgulloso de haber participado en la firma del Tratado de Belavezha. “Dividir un imperio sin derramar una gota de sangre es, en general, un logro fabuloso”, dijo.
Este miércoles, historiadores recuerdan que el acuerdo fue firmado a espaldas del presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, quien fue informado vía telefónica un día después por Shushkévich, y sin contar con el respaldo de la mayoría de la población de la URSS.
El Tratado dejó al país sin sus tres repúblicas eslavas fundadoras y dio origen a la Comunidad de Estados Independientes (CEI), a la que se unirían días después, el 21 de diciembre, otras ocho repúblicas (Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguistán, Moldavia, Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán).
Según la opinión de investigadores, la elección de un lugar tan aislado para la firma del acuerdo, cerca de la frontera occidental de la URSS, limítrofe con Polonia, se debió a que los protagonistas se estaban cuidando de Gorbachov, que podría ordenar el arresto de los firmantes una vez trascendiera la noticia.
La firma del Tratado sigue siendo razón de debate, teniendo en cuenta la legitimidad de tal decisión por la constitución soviética.
“El destino del Estado multinacional no puede ser determinado por la voluntad de los líderes de tres repúblicas”, señaló Gorbachov en su libro Reflexiones sobre el pasado y el futuro (1999), recordó el canal de televisión RT.
Sin embargo, los firmantes del Tratado Belavezha lo justificaron entonces con la profunda crisis económica y política que vivía el país, las tensiones sociales, así como por el fracaso de las negociaciones para preparar un nuevo Acuerdo de la Unión.
Para el expresidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbáyev, los descalabros económicos y la falta de una firme voluntad en la dirección del país fueron los factores clave de la desintegración, que se hizo efectiva el 25 de diciembre de 1991 con la dimisión de Gorbachov.
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