En la nota de prensa, la institución expresó el dolor para la cultura nacional que significa el deceso de quien fuera Premio Nacional de Teatro en 2012 y una figura de gran notoriedad en el gremio por «la fuerza interpretativa que imponía a sus personajes.
Pancho nació el 4 de octubre de 1943, en la provincia de Cienfuegos, e inició su carrera en 1961 tras ingresar en el Grupo Experimental de Aficionados de La Habana, donde recibió una amplia preparación para su formación integral como actor, que le valió varios reconocimientos como Premio Nacional de Juventudes en 2019.
En su trayectoria artística destaca su rol como director del grupo de aficionados, para el que escribió y dirigió la obra de sátira social Quiseicosas; así como su paso por los conjuntos Joven Teatro, Teatro Estudio y la Compañía Hubert de Blanck, donde trabajó en un extenso repertorio hasta 2003.
En este último asumió personajes protagónicos, entre los que destacan el Don Martín de la puesta de Don Gil de las Calzas Verdes de Tirso de Molina; el Macdoff, en el estreno de Macbeth de William Shakespeare y el Hernán Cortés de La Aprendiz de Bruja, única obra de teatro escrita por Alejo Carpentier.
Pancho colaboró con varias agrupaciones del país, pero tuvo una presencia permanente en Argos Teatro, bajo la dirección de Carlos Celdrán, época donde se recuerda su excelente intervención en Aire Frío, emblemática pieza de Virgilio Piñera.
Su rostro se vio, además, en telenovelas, cuentos y series policiacas para la Televisión Cubana y en una extensa lista de filmes como Una Pelea Cubana contra los demonios, de Tomás Gutiérrez Alea; José Martí: el ojo del canario, de Fernando Pérez; Frutas del café, de Humberto Padrón; y La piscina de Carlos Rodríguez.
Más de cien puestas en escena conforman su currículum que, al decir de los especialistas, luce también merecidos galardones en tributo a su originalidad al asumir cada personaje y su relación con transcendentales exponentes de las tablas cubanas.
Su obra, aseguraron, constituye referencia para varias generaciones de teatristas cubanos y su desaparición física deja un vacío que solo se ocupa con el respeto y la admiración de sus contemporáneos, y su permanencia en la memoria histórica de nuestra nación.
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