El domingo se medirán en las urnas el abanderado de la coalición Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, y el aspirante de la extrema derecha José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano.
Boric, de 35 años, es el candidato más joven al Palacio de La Moneda y su programa prevé modernizar y fortalecer el Estado, cambiar el actual sistema de pensiones, garantizar el acceso universal a la salud, aumentar el salario mínimo, reducir la jornada laboral e incrementar los impuestos a los más ricos.
Kast, de origen alemán y defensor del régimen pinochetista (1973-1990), propone continuar con el actual modelo neoliberal, reducir el Estado, bajar las contribuciones de las grandes empresas, imponer políticas de “mano dura” contra la violencia y cavar una zanja en la frontera para impedir la inmigración.
Este político chileno fue un activista y entusiasta promotor del sí en el referendo popular para decidir si el dictador continuaba en el poder, consulta en la que se impuso el no.
En un artículo titulado Comparaciones históricas: segunda vuelta presidencial y el plebiscito de 1988, el sociólogo de la Universidad de Chile Daniel Chernilo hace una analogía de ambos acontecimientos.
Como Pinochet, Kast no tiene más que el miedo al que echar mano, en cambio la candidatura Boric, al igual que en el caso de los gobiernos de la Concertación (1990-2010), es la única que ofrece la oportunidad de imaginar un país más inclusivo, dijo.
Recordó el analista que mientras los partidarios de Pinochet hablaban de estabilidad, crecimiento económico y “excesos” en el uso de la fuerza, la Concertación invitaba a construir un país distinto, más justo y donde nunca más se violaran los derechos humanos de manera sistemática.
“Con matices, la disyuntiva actual está planteada en términos similares: por un lado, una apelación a restaurar el orden sobre la base de una visión extremadamente autoritaria de la sociedad; por el otro, la promesa de iniciar el camino hacia una sociedad más igualitaria”, afirma el autor.
Si después del plebiscito comenzó la vuelta a la democracia, el gobierno que asumirá en marzo de 2022 deberá encabezar la nueva transición: instalar una carta magna en reemplazo de la vigente desde la época de la dictadura.
Para el experto en marketing político Cristián Leporati, la carrera electoral le hizo recordar la consulta de hace más de 30 años, ese contrapunto –dijo-entre una mirada optimista del futuro y la otra dolorosa.
Ambos candidatos concluyeron la campaña el jueves con actos en distintos puntos de la capital: Boric en el parque Almagro, del centro de Santiago, Kast en el Araucano, de la acomodada comuna de Las Condes.
El cierre coincidió con la noticia del fallecimiento de Lucía Hiriart, viuda de Pinochet, una mujer que –según recordaron organizaciones humanitarias- murió sin ser procesada por hechos de corrupción y complicidad en los crímenes de lesa humanidad.
“Ojalá que este 19 de diciembre nazca por fin un nuevo Chile donde nunca más vivamos los horrores a los que ella y el dictador nos sometieron durante 17 años”, escribió en las redes sociales la diputada Camila Vallejo.
De acuerdo con un informe de la Comisión Valech, publicado en 2011, bajo ese régimen se registraron en el país más de 40 mil casos de violaciones de los derechos humanos, entre ellos tres mil 65 asesinatos y desaparecidos.
“Lucía Hiriart muere en impunidad pese al profundo dolor y división que causó a nuestro país. Mis respetos a las víctimas de la dictadura de la que fue parte. No celebro la impunidad ni la muerte”, expresó el candidato presidencial de Apruebo Dignidad.
En su discurso de cierre de campaña, Boric aprovechó para establecer un paralelo entre la dictadura y su rival de la ultraderecha, quien niega las violaciones de los derechos humanos cometidas durante ese régimen y es partidario de liberar a presos por la represión.
“Es duro ver la campaña del candidato del gobierno generando aún más miedo, aún más terror. Es igual a la campaña del sí a Pinochet”, declaró Boric y añadió que “para reencontrarnos con Chile necesitamos de justicia social y no de violencia”.
Más de 15 millones de chilenos están convocados a las urnas para elegir al próximo presidente el domingo, jornada que se augura reñida y donde la asistencia podría ser el factor determinante en un país donde el voto es voluntario y la abstención suele ser muy elevada.
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