El portavoz de esa cartera, Ahmad Wali Haqmal, dijo que el proceso de esos trabajos se estancó por completo, reflejó la agencia de noticias afgana The Khaama Press.
Haqmal añadió que están en contacto con el Banco Mundial para que siga financiando el programa, lanzado en 2016 y dividido en tres fases por un valor de mil millones de dólares en un plazo de 10 años.
La primera fase de la iniciativa, que incluye 12 mil proyectos en toda la nación centroasiática, debía ser completada a finales de 2022, pero siete mil proyectos están a medio terminar.
Afganistán atraviesa una encrucijada económica pues Estados Unidos congeló en sus bancos nueve mil 400 millones de dólares de sus activos.
La decisión de la Casa Blanca empeoró la situación afgana pues los precios de los alimentos y del combustible se duplicaron en momentos en los cuales cientos de miles de personas están sin trabajo y las actividades financieras disminuyeron drásticamente.
A la par de Washington, el Banco Mundial bloqueó las cuentas de los proyectos que se desarrollaban en Afganistán.
Previamente, el Fondo Monetario Internacional suspendió el acceso de los afganos a sus recursos, incluidos 440 millones de dólares en nuevas reservas monetarias.
La suspensión de la asistencia financiera golpeó duramente a esta economía dependiente de la ayuda exterior.
Afganistán, el séptimo país más pobre del mundo, presenta sombrías perspectivas económicas con más de 23 millones de personas amenazadas por la hambruna.
El grupo armado Talibán conquistó esta nación tras la huída del presidente Ashraf Ghani, cuyo ejército de 300 mil hombres entrenado y equipado por Estados Unidos se desmoronó ante el rápido avance de los fundamentalistas radicales islámicos.
La Casa Blanca despilfarró en el conflicto bélico afgano 2,26 billones de dólares, según la Universidad de Brown, y tras 20 años de ocupación militar dejó un saldo de miles de muertos civiles y un Afganistán más empobrecido.
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