Su declaración trató de calmar las críticas de los sindicatos de enseñanza, emitidas la víspera contra la flexibilización de medidas en los centros escolares, destacando que el objetivo es limitar el “caos” por un protocolo sanitario «extremadamente difícil» en las escuelas.
Por su parte los colectivos de docentes denunciaron el “desprecio total por los profesores que están sobre el terreno”, y consideraron que el nuevo plan “no reducirá en absoluto el número de contagios en las escuelas, sino todo lo contrario”.
Según el nuevo protocolo, los padres ya no tendrán que recoger a sus hijos inmediatamente de la escuela si se detecta un caso de Covid-19 en su clase, y los casos de contacto se someterán únicamente a tres autopruebas, cuyo resultado será vendrá certificado por los propios padres.
Para Guislaine David, secretaria general de Snuipp-FSU, el principal sindicato de enseñanza primaria, esta decisión supone “un desprecio total por los profesores” que quedan expuestos y a merced únicamente de “una declaración de honor de los padres”.
El sindicato denunció el “desorden indescriptible” que reina en las escuelas y “un fuerte sentimiento de abandono y rabia entre el personal”, por lo que convocó una huelga nacional para el jueves 13 de enero, a la que se sumaron la mayoría de los sindicatos de profesores.
Por su parte Attal aseveró que el gobierno prefiere hacer este tipo de autotest a cerrar las escuelas, señalando que en la actualidad el 2 por ciento de las clases en el país están anuladas, pues “cuando se cierran las escuelas, se cierra un país y eso no es lo que queremos”, argumentó.
“Nos fijamos en las dificultades que tienen las familias o los profesores, y nos adaptamos necesariamente manteniendo este objetivo de seguridad sanitaria pero también de continuidad escolar”, insistió el portavoz.
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