Según la cadena Franceinfo, la cancillería le confirmó el viaje, un anuncio que tuvo lugar el mismo día en el que el presidente Emmanuel Macron conversó por teléfono con su par ruso, Vladímir Putin, sin que de momento se conozcan aquí detalles de lo abordado.
Macron también dialogará este viernes con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, a quien Estados Unidos y varios de sus aliados europeos presentan ante el mundo como el mandatario de un país a punto de ser invadido por Rusia.
Francia intenta cumplir un papel mediador en torno a la crisis, sin embargo, el tono del discurso de sus dirigentes cada vez se parece más al de Washington, con amenazas de sanciones y de duras respuestas ante la alegada agresión, desmentida reiteradamente por Moscú.
La situación es grave, no podría ser de otra manera con miles de soldados rusos en las fronteras con Ucrania, por tanto, debemos preguntarnos sobre la voluntad de Putin, de ahí la importancia de la conversación de esta mañana, declaró más temprano Le Drian.
El gigante euroasiático advierte sobre el objetivo de la OTAN, liderada por Estados Unidos, de cercarlo militarmente atrayendo a repúblicas exsoviéticas, por lo que exige a Occidente garantías de seguridad, las cuales la Casa Blanca al parecer no tiene interés en ofrecer.
París acogió el miércoles de esta semana una reunión bajo el Formato de Normandía, en la que representantes de Francia, Rusia, Alemania y Ucrania analizaron la tensa situación, tal vez el primer acercamiento a una solución diplomática.
El foro dejó, según el Gobierno anfitrión, una “buena señal en condiciones difíciles”, a partir de un comunicado conjunto en el que los negociadores reiteraron el compromiso con el alto el fuego en el oriente ucraniano, aunque este es un asunto diferente a la crisis en curso.
Para personas atentas a los acontecimientos y a los cantos de guerra, incluyendo voces dentro de Estados Unidos, la explicación al tenso escenario de las últimas semanas habría que buscarla mejor en Washington y en un gobierno, como el de Joe Biden, agobiado por fracasos y problemas internos.
En ese sentido, manejan la hipótesis de que la Casa Blanca pretende desviar la atención de los estadounidenses hacia un conflicto, con la meta de eclipsar las preocupaciones por la inflación, el devastador impacto de la Covid-19, las divisiones dentro de los demócratas y, sobre todo, los pronósticos de un revés oficialista en las elecciones de medio término de noviembre próximo.
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