Lo más reciente ocurrió este viernes cuando el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, dio casi por sentado que una incursión rusa en territorio ucraniano sería «horrible» para ese país y provocaría bajas «significativas».
Durante una rueda de prensa en el Pentágono, el alto oficial también sugirió al presidente ruso, Vladimir Putin, a elegir un camino diplomático, vía por la cual siempre abogó Moscú.
Milley y el secretario de Defensa, Lloyd Austin, informaron a los periodistas sobre los preparativos del ejército de Estados Unidos ante una eventual “invasión con decenas de miles de soldados rusos concentrados en la frontera con Ucrania”.
Austin dispuso esta semana la alerta máxima para ocho mil 500 soldados estadounidenses que están listos para un posible despliegue de apoyo a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa del Este.
Los comentarios de Milley contrastan con el mensaje del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, quien habló la víspera por teléfono con su par de Estados Unidos, Joe Biden.
Según medios locales los dos líderes no estuvieron de acuerdo sobre la urgencia de la amenaza rusa, incluso Zelensky reiteró que esa retórica corre el riesgo de causar pánico en Ucrania.
Las tensiones en torno al país de Europa del este se agravaron en los últimos meses ante las continuas acusaciones de Estados Unidos de que Rusia prepara una invasión a su vecino.
Biden, de hecho, afirmó que aplicará sanciones personales a Putin, en caso de ordenar la incursión hacia el lado ucraniano, cuyo efecto práctico desestimó el Kremlin.
Entretanto, Rusia defiende el derecho a mover fuerzas dentro de su propio territorio y acusa a la OTAN de buscar pretextos para emplazar más equipamiento militar cerca de sus límites geográficos.
El portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, advirtió que la escalada de tensiones en el campo de la seguridad se debe a la histeria informativa, manipulaciones mediáticas, noticias falsas y las acciones concretas de Washington y de la Alianza Atlántica.
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